Mis vivencias en el I Congreso Internacional Educo “El bienestar de la infancia y sus derechos”
5 noviembre 2015
Etiquetas: congresos y formaciones, derechos del niño, educación, protección, sensibilización, vivencias
En Espirales CI siempre hemos creído en el trabajo como una posibilidad de crecimiento personal y en el sentido que tiene compartir todo lo que hacemos. Por eso hay experiencias que merecen ser nombradas. Y el I Congreso Internacional Educo de hace unos días es una de ellas.
Educo es una organización a la que hemos acompañado y apoyado desde Espirales CI en un proceso de reconstrucción, y en cierto modo “renacimiento”, que han desarrollado en los últimos años. Lo hicimos por la valentía y la perseverancia del equipo humano de la organización que fue capaz de no rendirse ante situaciones muy difíciles de manejar y encontrar en la transparencia y el rigor el camino para lograr su supervivencia. Les brindamos formación y hemos acompañado su proceso de implementación del Enfoque de Derechos del Niño en la organización. Así que estar presente en el congreso de la semana pasada tenía un sentido personal, más allá de lo profesional.
Y quizá en la vida siempre pasa que cuando pones algo de tu alma, algo que va más allá de la formalidad, entonces recibes multiplicado aquello que entregaste. Y eso fue lo que me sucedió. El primer regalo fue formar parte del Comité Académico del congreso junto con profesionales a los que admiro profundamente y poder contribuir a un enfoque certero y bien definido de los contenidos del congreso: el enlace entre bienestar infantil y los Derechos del Niño, tan urgente como coherente. Hubo un panel de ponentes impresionante, y los ejemplos de buenas prácticas que se expusieron fueron diversos y certeros. Y poder escuchar ponencias como la de Francesco Tonucci, que te recuerdan por qué estás donde estás y te dedicas a lo que te dedicas.
El segundo regalo fue dar un taller sobre “Las claves afectivas de la resiliencia”, que se desbordó de gente, hasta el punto de tener que acondicionar una sala al lado para que parte del público pudiera seguirlo en una pantalla. Fue un honor sentir que tanta gente quería escuchar lo que podía aportarles. Son el tipo de cosas que me dan la medida del privilegio de mi trabajo.
Y en ese sentido, la gente que se me acercaba por los pasillos, las personas que me contaban su historia, que me explicaban cómo leen mis libros, o me han oído en cursos, o me siguen en este blog y en el mío personal… son las huellas de lo que hago, son esos momentos en que pongo rostro a una parte de mi trabajo cuya eficacia sólo llegaría a percibir parcialmente si no tuviera esos testimonios, esa gente que se acerca en el café o en el pasillo. Y que me deja muda y conmovida.
Y cuando crees que ya no hay más, entonces llegan unos jóvenes y te hacen una entrevista de esas que te llegan al alma. Dijeron que la colgarían en internet. Cuando lo hagan prometo difundirla también aquí. (la añado hoy, martes, que la han colgado, aqui va)
Y quiero compartir las otras dos entrevistas que me realizaron para el congreso. La primera fue institucional previa al congreso y resultó ser una entrevista clara y directa como pocas he realizado. La segunda, unos días antes del congreso que me recordó mi infancia, y la tercera, los chicos del proyecto de Cibercorresponsales, que no sólo me hicieron darme cuenta de mis “superpoderes” sino que me recordaron el sol que sale después de la lluvia cuando nuestro trabajo funciona. Por no hablar de que me fui con el regalo de sus abrazos.
Gracias a todas las personas que se me acercaron en el congreso, al equipo humano de Educo, a la gente que me aplaudió hasta ruborizarme en el taller, a los chicos y sus abrazos… gracias de corazón. Mi trabajo es un privilegio pero no siempre tengo la suerte de poder disfrutarlo tanto.