La adopción es una doble oportunidad de vida. La oportunidad de aprender a amar y a sentirse amado, y la oportunidad de volver a confiar en las figuras vinculares. Pero implica igualmente un reto profundo y radical: construir un relato coherente desde el que el niño o niña pueda explicarse a sí mismo y su historia. En la construcción de este relato el significado que se otorga a los orígenes biológicos juega un papel clave.

Pero el relato de Alejandro Seselovsky publicado en el periódico Clarín y al que hemos tenido acceso a través del blog de Adoptaragon del Gobierno de Aragón tiene un doble valor. Por un lado es el relato en primera persona de un hombre hijo adoptivo. Estos relatos son necesarios para constituirse en referente para otros niños y niñas con una historia similar y sus familias adoptivas. Pero además el relato refleja la transformación que la paternidad biológica implica para una persona que fue adoptada. La sorpresa al reconocer en sus hijos parcelas de su identidad que no pudo conocer de otra forma. La primera vez que convive con alguien en el que reconoce sus rasgos físicos y otros detalles. En ese aspecto, el relato adquiere un valor único. Sin olvidar el hecho de que es el relato de un padre, y lo que la paternidad implica para su identidad como hombre.

Desde Espirales CI creemos que las vivencias configuran la identidad de las personas pero también la forma en que abordamos nuestro trabajo. Por eso escuchar desde el respeto y la apertura relatos como éste se convierte en un privilegio.

Pepa, Javier, Lucía y David