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Etiqueta: sensibilización

Online training sessions for the prevention of child sexual abuse “Protective Teachers, Protected Children” with F. Javier Romeo for the Council of Europe

[Entrada en inglés. Ver la versión en castellano aquí].

In these last weeks I have been facilitating some very intense training sessions for the prevention of child sexual abuse for the Council of Europe, as new instances of our collaboration with the Council of Europe.

In 2010 and 2011 Pepa Horno and I supported the launch of the campaign “One in Five”, with specific materials using the book Kiko and the Hand and with training sessions here in Spain. In 2017 I facilitated some sessions in Tunisia. In 2019 and 2020 I facilitated sessions in the Republic of Moldova with the methodology Pepa and I had developed, Kiko and the Hand. Training for Trainers Manual. Protective Teachers, Protected Children: Preschool Training to Prevent Child Sexual Abuse, and the Guidelines were presented in November 2020 (with a full version in English for Moldova and a master version in English, without the legal aspects of the state, so that it can be adapted to other countries).

From September 22nd to 24th 2021, the project “Combating violence against children in Ukraine” organized an online training for trainers, that I facilitated with the support of the Council of Europe coordination team and the national experts. There is also available to download the guidelines in the approved version in Ukrainian.

And from September 29th to October 1st 2021, I facilitated another online training of trainers in the framework of the European Union/Council of Europe joint project “Supporting the establishment of Barnahus in Slovenia”. In this case, the Guidelines are already available in Slovenian.

Pepa and I congratulate the Council of Europe for its commitment to this wonderful campaign and its supporting materials, and for counting on us to deliver training sessions. We hope to see the Guidelines translated and adapted to other languages and countries soon.

In celebration,

F. Javier Romeo-Biedma

Artículo “Acompañamos con la persona que somos”, de F. Javier Romeo, para la iniciativa “Renovando desde dentro”

Portada del artículo "Acompañamos con la persona que somos" de F. Javier RomeoLa pandemia nos ha traído muchas cosas difíciles, y ojalá no hubiera sucedido. Y aun así podemos utilizar sus símbolos para tener una consciencia mayor sobre nuestra forma de estar con niños, niñas y adolescentes que han sufrido mucho, como es el caso con quienes viven con medidas de protección.

La iniciativa “Renovando desde dentro”, de la que ya hablamos en su lanzamiento en mayo de 2021, pretende ofrecer algunas ideas para seguir reflexionando sobre el sistema de protección en España (y puede servir también para muchos otros lugares). Mi aportación este mes es el artículo “Acompañamos con la persona que somos”, en el que ofrezco una serie de analogías entre las medidas contra el COVID-19 y la consciencia que necesitamos en el trato con niños, niñas y adolescentes con medidas de protección. Está dirigido a profesionales y familias de todo tipo (de origen, acogedoras, adoptivas…).

Podéis leer el artículo en el blog de “Renovando desde dentro”, de donde también podéis descargarlo en PDF.

Y me encantará saber si os sirven esas metáforas, o cómo las plantearíais desde vuestro punto de vista. Os leeré con atención.

F. Javier Romeo

“Perdir perdón por no saber mirar y no querer ver” artículo de Pepa Horno para el programa BBK Family

Imagen del artículo en el blog de BBK FamilyEl artículo que me plantearon desde BBK Family era todo un reto. Hablar del perdón que como familias podemos pedirles a las víctimas de abuso sexual infantil, a los niños, niñas y adolescentes que lo están viviendo y no sabemos detectar aún, y al niño o niña interior que vive dentro de tantos hombres y mujeres a los que la sociedad no supo ver, a los que llamó enfermos, locos y mentirosos; enfermas, locas y mentirosas.

He tratado de hablar sobre esa sensación de temblor, de vacío, de fragilidad que nos invade cuando empezamos a ser conscientes de algo que hemos negado, minimizado o incluso ridiculizado. Y eso nos está ocurriendo como sociedad con la violencia contra la infancia y especialmente con el abuso sexual infantil.

Desde Espirales CI hemos hablado mucho de este tema, de cómo el cambio social es una realidad, de que la impunidad de los agresores y agresoras está empezando a disminuir y de cómo ese es el camino realmente eficaz para acabar con cualquier forma de violencia. No son las estrategias que ponemos en marcha con las víctimas ni con quienes agreden, sino la generación de un entorno seguro y protector creado por las personas que lo presencian o lo intuyen y deciden actuar. Es el silencio el que hace posible el trauma, como dice Begoña Aznárez, y acabar con ese silencio es condición imprescindible para erradicar la violencia.

Pero para romper ese silencio, la sociedad, las familias hemos de hacer un proceso de consciencia que duele. Ese proceso por el que docentes, cuando los formas, ponen nombres y apellidos, y sobre todo ponen cara a lo que les explicas. “Pero yo tuve un niño así el año pasado en clase“, “Eso lo hacía aquella niña…”. Ese proceso que hacen los vecinos y las vecinas cuando se descubre que un niño o niña ha sido abusado, o aparece asesinado, los que le vieron jugar en el parque, los que sus hijos compartían clase con él o con ella. Y pensamos en esa mirada triste, en aquellas ojeras, en aquella niña que vivía en un centro de protección y los educadores veían cómo siempre temblaba cuando se cerraba una puerta. La misma niña que les insultaba y decía “pasar de ellos”. Y en tantos otros rostros que empezamos a ver al aprender a mirar.

Pedir perdón supone honrar y nombrar el dolor de quien ha sufrido. Darle un nombre lo hace real. Por eso es necesario y legítimo. Y conlleva un compromiso. Una opción que no siempre llega, pero que como sociedad necesitamos para romper el silencio.

Hace años publiqué un artículo aquí en el que hablaba de dos fases del perdón: la integración afectiva de la experiencia vivida, su aceptación, y una segunda, la reconstrucción del vínculo. La primera es parte del proceso de duelo y recuperación. La segunda es una opción personal que nunca puede ser forzada ni puesta como condición en un proceso de sanación. Las víctimas de abuso sexual infantil tienen derecho a perdonar y a no perdonar y ambas pueden ser decisiones protectoras. Pero nunca deberán plantearse el perdón si no viven en una sociedad digna de confianza. Y, por el momento, solo estamos en el camino hacia serlo.

La consciencia nos lleva a saber mirar. Y ver duele. Pedir perdón es el primer paso para ser dignos de confianza.

Pepa Horno

Proyecto “Renovando desde dentro”

Portada del documento "Renovando desde dentro"A veces las vida trae regalos inesperados.

Al comienzo de la pandemia nos invitaron a participar en un grupo de personas que han sido motivo de esperanza en estos tiempos complicados. Alberto Rodríguez y Javier Múgica tomaron la iniciativa, y nos invitaron al resto: Antonio Ferrandis, Marta Llauradó, Javier Romeu Soriano y, desde Espirales CI, aunque a título personal, Pepa Horno y F. Javier Romeo Biedma. Es un grupo de personas implicadas con el bienestar de los niños, niñas y adolescentes que están en el sistema de protección en España. Lo que empezó como una serie de charlas online acabó evolucionando a un grupo de trabajo informal. Y un año después tenemos el honor de presentar los resultados en un documento que hemos escrito de manera colaborativa. Os presentamos Renovando desde dentro. Siete retos y propuestas de mejora del sistema de protección de la infancia en España.

Y os invitamos a que os descarguéis el documento, a que lo leáis y a que hagáis llegar comentarios, ideas y propuestas. Desde la página oficial de la iniciativa vamos a seguir ampliando cada una de las propuestas a lo largo de los próximos meses. Nos vemos en esa web.

Con esperanza y consciencia,

Pepa Horno y F. Javier Romeo

La aprobación de la LOPIVI: celebración y memoria

Portada de la página web del Congreso de los Diputados que recoge el Proyecto de LeyEsta semana ha sido un momento de celebración para todas las personas de bien, para quienes consideramos a los niños, niñas y adolescentes ciudadanos de pleno derecho y un poquito más si cabe para todas las personas que trabajamos, de un modo u otro, en el ámbito de protección: la aprobación del Proyecto de Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia (LOPIVI) por el Congreso de los Diputados en España. [Actualización: ya se ha publicado la Ley y entra en vigor en unos días, con el nombre final de Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia].

A lo largo de estos casi veinticinco años que llevo trabajando para la prevención y erradicación de la violencia contra los niños, niñas y adolescentes he vivido muchas cosas que, como he comentado en redes sociales, estos días se me agolpaban en el corazón. Y todas tenían que ver con el camino recorrido, con la cantidad de cosas que hoy damos por obvias, por lógicas, por sabidas y que, como en cualquier otro movimiento de cambio social, son, sin embargo, el resultado de un trabajo muy largo en el tiempo. Un trabajo que, cuando empezó, parecía simplemente como predicar en el desierto, una locura, un imposible.

Cuando yo empecé a trabajar en este tema, ya había gente luchando por visibilizar la violencia contra los niños, niñas y adolescentes. Ya existía un sistema de protección en España jurídicamente constituido que empezaba a evaluar su funcionamiento. La Plataforma de Organizaciones de Infancia ya estaba constituida. Ya existían organizaciones y entidades que llevaban mucho tiempo trabajando en este tema. Y, sobre todo, existían muchos profesionales atendiendo ya a los protagonistas últimos de esta ley: los niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia.

Pero todo lo que existía era percibido como personas, organizaciones y entidades que atendían a un colectivo vulnerable, escaso, desafortunado, víctima de algunas personas locas, enfermas, extrañas y, sobre todo, muy lejanas a la vida cotidiana de la gente. “Esto en mi casa no pasa, esto en mi barrio no ocurre, eso le pasa a los pobres, lo hacen personas locas o enfermas”. “Pobrecitos”, decían en el mejor de los casos. “Es imposible, os lo inventáis”, en el peor de los casos. Como ocurría con otras víctimas de violencia.

Quiero contar cuatro ejemplos que para mí explican muy bien de dónde venimos, y todo el trabajo que ha sido necesario hacer para lograr el cambio social que legitimara e hiciera posible este cambio legislativo. Porque es así, una ley nunca sale adelante si la sociedad no está preparada. Y si se fuerza, y se aprueba antes de ese cambio social, la norma legal es atacada y cuestionada hasta su derogación o ignorada y no implementada. Sobre todo en el caso de las leyes que abordan las relaciones humanas, no las administrativas ni las institucionales, sino las relaciones humanas en cualquiera de sus vertientes. Esas leyes han de ser incorporadas por la sociedad para ser implementadas. El mejor ejemplo que se me ocurre ahora mismo es la ley antitabaco, que requirió una inversión brutal en sensibilización social para lograr ser implementada. Cuando se aprobó fuimos muchas personas las que pensamos que sería imposible, y ahora volamos en un avión, vamos en el tren, nos sentamos a comer o vamos a bailar sin llenarnos de humo. Y nos parece lo normal. Nos parece obvio.

El primer ejemplo que me vino el jueves a la memoria fue el día que publicamos el primer informe que se sacaba en España sobre castigo físico a los niños y niñas en el hogar, el documento Amor, poder y violencia. Un análisis comparativo de los patrones de castigo físico y humillante. Año 2005. Ese día volvía a casa en el metro después de la rueda de prensa y de todas las entrevistas. Aquella fue la primera de todas las ruedas de prensa que habíamos convocado hasta entonces desde Save the Children por temas de violencia en las que la presencia de medios fue masiva. Hasta entonces venían dos o tres periodistas. El tema no era noticia.

Aquel día volvía en el metro a casa. Debían de ser las nueve de la noche y el tema ya había salido en el telediario de mediodía y de la noche. En el vagón donde viajaba se entabló una discusión muy fuerte entre un grupo grande de gente. Pero en realidad no fue una discusión. Todos estaban de acuerdo, y estaban de acuerdo en que estábamos locos quienes presentamos el estudio, en que, por supuesto, había que pegar a los niños y niñas cuando era necesario, que “Si no, no obedecían” y que había que “meterlos en vereda”. Que las ONG y los psicólogos pretendíamos decirles lo que tenían que hacer con sus hijos e hijas, que “eran suyos” y que además las cifras que dábamos, seguro que “nos las inventábamos”.

Portada del material de la campaña "Educa, no pegues"Hablo del año 2005 cuando ya llevábamos trabajando el tema desde la campaña “Educa, no pegues” a nivel estatal desde el año 1999. Fueron años de campaña, dando formaciones a familias y profesionales en pueblos pequeños y ciudades de todo el país, con un equipo de treinta personas trabajando directamente en el tema, y muchas otras instituciones y organizaciones apoyando el proceso y colaborando.

Formamos a miles de personas. Recuerdo que cuando preparaba a ese grupo de personas que iban a tener que dar los cursos, las conferencias, las entrevistas, siempre les decía: “Tened presente que solo con que sientan la necesidad de discutir lo que decís, de contraargumentaros, ya es suficiente, porque significará que habréis sembrado la duda sobre algo que está tan arraigado socialmente que la gente ni siquiera se plantea cuestionarse. Dan por hecho que tienen derecho a pegar a sus hijos para educarlos. Siempre se ha hecho así. Solo sembrar la duda es un avance”. Así ocurrió. Nos discutieron, incluso en algún caso nos insultaron, se rieron de muchos de nosotros, pero seguimos. Y la duda caló.

Folleto de la campaña "Corregir no es pegar"Hizo falta una segunda campaña de sensibilización contra el castigo físico a los niños y niñas en la familia: “Corregir no es pegar”. Y por cierto una de las medidas que se planteaba en aquella campaña, para mí no la más relevante pero sí necesaria, era la modificación de un artículo del Código Civil. No una ley. Un artículo. Costó ocho años de trabajo lograrla. Llegó en el 2007. Y aún hoy, hay gente que no duda de su derecho a pegar y gritar a sus hijos e hijas si lo considera necesario. Pero ya no es obvio, ya no es mayoritario, ya no parece tan claro. Estamos en el camino.

 

Segundo ejemplo, la elaboración del modelo de protocolo de actuación en los casos de maltrato infantil impulsado por el Observatorio de Infancia del Ministerio de Asuntos Sociales. Año 2008 (luego se publicaron sucesivas modificaciones y mejoras del mismo hasta el año 2014, que es la actual). Se elaboró en un grupo de trabajo que se reunió durante un año y en el que por primera vez representantes del ámbito judicial se sentaban a una mesa con el ámbito social, el ámbito educativo, el ámbito policial y el ámbito sanitario. Representantes de las Comunidades Autónomas y de todos los ámbitos que pretendíamos elaborar un modelo de protocolo que pudiera servir a las Comunidades Autónomas para impulsar sus propios protocolos en los diferentes territorios, como así ocurrió. Aquellas reuniones las he vivido de nuevo a nivel autonómico en varias comunidades autónomas. Pero recuerdo perfectamente la dificultad para ser aceptada como interlocutora válida sin ser profesional del ámbito jurídico. Y recuerdo, entre otras muchas cosas, la discusión para lograr que se incluyera la propuesta en el protocolo de que las indemnizaciones en las sentencias condenatorias por casos de maltrato infantil no se calcularan utilizando el baremos que se usaban hasta entonces, los de los  accidentes de coche, sino que pudieran cubrir el coste del tratamiento terapéutico que iba a necesitar (o que ya había necesitado en función de los años transcurridos antes de la sentencia definitiva) ese niño o niña para recuperarse del trauma que le habían infligido. Porque déjenme recordar que ni entonces ni ahora está garantizado el tratamiento público y gratuito a todos los niños y niñas víctimas de alguna forma de maltrato. En algunas comunidades autónomas sí, en otras solo a aquellos niños, niñas y adolescentes víctimas de maltrato en ámbito intrafamiliar que les lleva a una situación de desprotección, en otras ni eso. Recuerdo hacer sobre aquella mesa el cálculo genérico del número de sesiones mínimas multiplicado por el coste establecido oficialmente por los Colegios Oficiales de Psicólogos por sesión. Una cifra que era mucho mayor del baremo establecido. Y solo para pagar el tratamiento. La medida se incluyó, y muchos fiscales en sus propuestas y muchos jueces en sus sentencias la incorporaron. Otros muchos siguen usando el baremo de los accidentes de coche, porque es el que se ha usado siempre. Estamos en el camino.

Tercer ejemplo, cuando en el año 2006 publicamos desde Save the Children también la primera investigación que se realizó sobre Atención a niños y niñas víctimas de violencia de género. La primera. La primera vez que se les llamaba víctimas directas. No “testigos”, ni “víctimas secundarias”, sino víctimas directas. Una investigación que llevó dos años de trabajo por parte de un equipo de gente increíble que tuve el honor de coordinar. Una de esas investigaciones que marcó un antes y un después y una línea de trabajo que en la organización se ha seguido hasta lograr la modificación legislativa de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género en la que se reconoció a los niños, niñas y adolescentes hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género como víctimas de esa violencia igual que sus madres. Fue en el año 2015. Hicieron falta 9 años.

En aquella investigación surgieron temas muy graves, pero sobre todo, cuando se publicó, tuvimos que escuchar cosas como que los niños, niñas y adolescentes “Solo eran testigos”, que “A ellos no les daban las palizas”, que “Podían no enterarse” de lo que su padre o padrastro le hacía a su madre, o que si los reconocíamos como víctimas “Las mujeres perderían los recursos que tenían para atenderlas porque se los darían a los niños y niñas”. Recuerdo que una de las medidas que se solicitaba en aquella investigación era simplemente que se introdujera en los formularios de las órdenes de protección una casilla con el dato del número de hijos e hijas que tenían las mujeres. Se registraba su edad, su país de procedencia… muchos datos sobre las mujeres. Pero nada sobre sus hijos e hijas. Lo logramos. Con un matiz: que durante años, ese dato no se introdujo en las estadísticas que se publicaban sobre el tema. Aquella primera investigación fue el comienzo de un proceso muy duro para lograr algo que sigue siendo en muchos lugares una cuenta pendiente y es la necesidad de que las intervenciones en Igualdad y en Infancia trabajen de la mano. Estamos en el camino.

La realización de investigaciones, no solo desde la perspectiva académica sino desde la visión de los profesionales en terreno, ha sido una pieza clave de este proceso de visibilización de la violencia contra los niños, niñas y adolescentes y de las carencias que existen en el sistema a la hora de atender el dolor de las víctimas. Ha habido dos investigaciones posteriores que he tenido el privilegio de coordinar ya desde Espirales CI junto con F. Javier Romeo, sobre diversos aspectos del sistema de protección que han desempeñado un papel clave en la legitimidad del proceso de cambio legislativo. Por un lado, la realizada para UNICEF España sobre la atención a los niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial y familiar en España llamada Un lugar donde quedarse, en la que surgieron claramente varias de las problemáticas expuestas en la justificación del proyecto de ley.

Por otro, la realizada para Aldeas Infantiles SOS España con el título Llegar a tiempo. Niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo en España. Ambas investigaciones han sido otros pasos en este camino. El camino de dar visibilidad a las distintas problemáticas a las que la LOPIVI pretende dar respuesta desde el análisis de la práctica cotidiana desde un enfoque de derechos del niño.

 

Y un último ejemplo, para mí quizá el más doloroso. A lo largo de estos años España, como el resto de los países que lo han ratificado, está obligada a presentar un informe al Comité de Derechos del Niño sobre la implementación de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN). Como cada país, España presenta su informe a nivel gubernamental, y las ONG, asociaciones y entidades pueden presentar sus informes alternativos. En España lo realiza la Plataforma de Organizaciones de Infancia de forma conjunta. Un trabajo mucho más complicado de lo que la gente pueda imaginar, pero absolutamente imprescindible en el que pude participar en dos ocasiones. En esos informes que presenta el gobierno se recogen las estadísticas publicadas por el INE (Instituto Nacional de Estadística) sobre muertes en España, en este caso de niños, niñas y adolescentes en nuestro país. El problema es que los datos vienen recogidos por causas de muerte y, como tales, disgregados: hay que sumar varios apartados para saber cuántos niños, niñas y adolescentes han muerto por causas violentas en nuestro país. Pero no solo hay que sumar las casillas correspondientes a las muertes violentas. Porque entre sus causas están los asesinatos, homicidios de niños y niñas, los suicidios y una categoría que da mucho miedo que son las muertes por agresiones accidentales, que se categorizan así porque muchas veces no se sabe quién produjo esa agresión o si lo hizo intencionalmente (hablamos de muertes por quemaduras, apuñalamientos, disparos o envenenamientos). Cada año esa cifra me duele, así que en el año 2014 publiqué una entrada de blog que llamé “Contabilizar nuestros muertos, también cuando son niños y niñas”. Lo publiqué en el blog de mi querido Xosé Cuns “No me pidan calma”, recogiendo los datos del 2011 que figuraban en el último informe presentado por el gobierno al Comité. Pensé que ese artículo generaría polémica, pero no fue así. Y debería haberla generado. Porque las cifras dan miedo. El registro completo de muertes violentas de niños, niñas y adolescentes en nuestro país sigue siendo una cuenta pendiente a la que la LOPIVI pretende dar respuesta creando al fin ese registro. Estamos en el camino. Porque déjenme que recuerde algo que dije en ese artículo: difícilmente se pueden crear medidas eficaces y ajustadas si no conocemos la magnitud de la problemática.

Todo esto y mucho más forma parte de un proceso de cambio social que ha sucedido en nuestro país en los últimos veinte años. Ahora muchas cosas parecen obvias, como si hubieran existido siempre. Pero no es así. Cuando esta semana se hablaba de la aprobación de la LOPIVI había quienes sugerían llamarla “Ley Rhodes”, porque el papel de James Rhodes ha sido clave para acelerar un proceso que, aunque estaba pasando, sucedía a ritmo exasperantemente lento. Su libro Instrumental supuso algo difícil de expresar para mucha gente. Él prestó su nombre, pero sobre todo su dolor para dar voz a muchas víctimas. Nunca podré agradecérselo suficiente. Esta ley es también suya, aunque no solo suya. Tengamos presente que antes que él hubo muchas víctimas que pidieron hablar con el presidente del gobierno y nunca fueron atendidas. No un presidente del gobierno, varios, de varios partidos y signos políticos. ¿Por qué? Porque la sociedad española no estaba preparada y el coste político para cualquier político de cualquier signo político de posicionarse en este tema era demasiado alto. El gobierno actual ha tenido mucho valor al promover el proceso de aprobación de la LOPIVI y se ha logrado con alto consenso político, porque la sociedad no lo cuestionaba (salvo algunas medidas específicas en la ley que sí causaron debate), porque parece obvio, parece de justicia. Pero lo parece ahora.

El mismo proceso de formulación del proyecto de ley esconde detrás un proceso muy largo. Déjenme dar solo algunas fechas. Primera ponencia sobre violencia contra la infancia en el Congreso de los Diputados, año 2005. Creación de la subcomisión sobre violencia contra la infancia, año 2014. En esta entrada de blog escribimos sobre esa subcomisión. Presentación de firmas para la no prescripción de los delitos de abuso sexual infantil, mayo de 2016. Creación grupo de trabajo de organizaciones y entidades impulsado por Save the Children y la Cátedra Santander de la Universidad Pontificia de Comillas para elaborar un borrador conjunto de ley que pudiera ser llevado al Senado y Congreso, año 2018. Envío del borrador de proyecto de ley, diciembre 2020. Aprobación del Proyecto de Ley (a falta de su paso por el Senado y, si hay modificaciones relevantes, de nuevo por el Congreso), abril 2021.

Esta semana se hablaba también de procesos de tres años, de cinco años para algunas de las medidas que esta ley ha recogido y que supusieron un antes y un después en este proceso, porque son procesos impulsados por adultos que fueron víctimas de alguna forma de maltrato en su infancia. Personas adultas que dieron un paso adelante y pusieron rostro y voz al horror silenciado. Solo las personas adultas que fueron víctimas en la infancia y adolescencia podían hacer eso, porque las organizaciones de infancia, por mucho que trabajaran para visibilizar ese dolor no podían sacar a los niños, niñas y adolescentes a contar lo que les estaba pasando. Ellos no podían hablar solos, necesitaban a los adultos que ya podían hacerlo. Personas como Vicky Bernadet, como Miguel Hurtado, como Gloria Viseras, como Manuel Barbero. Ellos y ellas dieron nombre y apellidos. Pero antes estuvieron también las asociaciones de víctimas que llevaban años constituidas, como ACASI, la Asociación Garaitza, El Mundo de los ASI, la Fundación RANA y otras muchas demandando ser atendidas y realizando una labor de sensibilización social imprescindible. Su voz y su trabajo dio legitimidad a lo que organizaciones como Save the Children, la Fundación ANAR, UNICEF España, Aldeas Infantiles SOS España o Educo contaban en sus datos. Todos ellos hicieron que los datos tomaran vida y alma. Sin ellos, todos ellos, personas concretas, asociaciones de víctimas, esta ley nunca hubiera sido aprobada.

Se hablaba de entidades y organizaciones. Las he mencionado. Con el rol impagable de la Plataforma de Organizaciones de Infancia (POI) y de la Federación de Asociaciones de Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI).

Y se recordaba a juristas y académicos que apoyaron en su proceso a las organizaciones. Imposible no mencionar aquí a Clara Martínez o a Félix López, Jesús Palacios, Jorge Fernández del Valle, Enrique Echeburúa, María Ignacia Arruabarrena o Noemí Pereda. Profesionales que dieron legitimidad con sus investigaciones o con su conocimiento a procesos emprendidos por las entidades. Los profesionales del ámbito de infancia tenemos algo en común: somos perseverantes, por no decir directamente que somos cabezotas. Sin todas esas entidades y los profesionales que las apoyaron esta ley nunca hubiera sido aprobada.

Pero a mí me han faltado esta semana tres menciones con las que quiero acabar este artículo de celebración y agradecimiento.

La primera es al proceso internacional. Se hablaba de que España es pionera. Pero esta ley nunca se hubiera aprobado sin la realización del Informe Mundial sobre la violencia contra los niños y las niñas (conocido también con el nombre de “Informe Pinheiro” por haber sido Paulo Sérgio Pinheiro su coordinador). Fue el primer estudio que se hizo a nivel mundial sobre violencia contra la infancia, y obligó a Naciones Unidas a reconocer la dimensión brutal de esta problemática en todos los países y regiones del mundo. Volviendo a lo que comentaba al principio, yo he trabajado el tema del castigo físico a los niños y niñas en 32 países. En todos sin excepción me han dicho en los talleres que el castigo “era parte de su cultura”. Una de las cosas que ese informe dejó claro es que la violencia contra la infancia, aunque tenga algunas especificidades, no es algo cultural, ni propio de determinadas clases sociales o económicas. Es un problema universal, que tiene que ver con el abuso de poder en las relaciones interpersonales, con la necesidad de lograr un cambio en las relaciones entre las personas, y sobre todo entre los adultos y los niños, niñas y adolescentes. Un problema que tiene que ver con el reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes como ciudadanos de pleno derecho. Y en este proceso quiero mencionar a dos personas que jugaron un papel clave y de los que se ha hablado poco esta semana. Por una parte, Jorge Cardona, como representante español en el Comité de los Derechos del Niño, y por otra, Elda Moreno como responsable del Área de Derechos del Niño en el Consejo de Europa, que impulsó la campaña “Tus manos son para proteger” contra el castigo físico, la campaña “Uno de cada cinco” sobre el abuso sexual infantil que surgió tras la aprobación en 2007 del Convenio de Lanzarote (Convenio del Consejo de Europa para la protección de los niños contra la explotación y el abuso sexual), y la campaña actual “Start to Talk” (“Empieza a hablar”) contra el abuso sexual en el deporte. Sin esas tres campañas esta ley nunca hubiera sido aprobada.

La segunda es a las Defensorías de los derechos del niño, niña o adolescente. Desde el área de infancia del Defensor del Pueblo hasta las Defensorías existentes en diferentes Comunidades Autónomas. Quiero destacar el trabajo de la oficina del Ararteko, el Síndic de Greuges, la OBIA (Oficina Balear de Infancia y Adolescencia), el Defensor del Pueblo Andaluz y la Defensoría del Ciudadano del Ayuntamiento de Palma, que se han posicionado públicamente en la denuncia de diferentes formas de violencia que estaban sufriendo los niños, niñas y adolescentes en sus respectivos territorios. La legitimidad de sus denuncias como instituciones independientes ha dado sostén al trabajo de las organizaciones de infancia en este proceso.

Y la otra mención que me ha faltado es a todos los profesionales que trabajan a diario con los protagonistas últimos de esta ley: los niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia. Hablo de los profesionales del sistema de protección, que trabajan en recursos de acogimiento residencial o acogimiento familiar, en diferentes programas de intervención en riesgo, en los servicios sociales y como técnicos en los servicios de protección: educadores, psicólogos, trabajadores sociales…, todas esas personas que sostienen a diario el dolor de estos niños, niñas y adolescentes. Y especialmente quienes trabajan directamente en recursos de atención terapéutica especializada. Podría mencionar a muchísimos pero déjenme que mencione a las psicólogas de la UTASI con quienes hemos publicado el libro Poniendo alma al dolor, la Fundación Márgenes y Vínculos, ADIMA, la Fundación Xilema, la Fundación A La Par, Victoria Noguerol, María Pérez, José Luis Gonzalo, Javier Romeu Soriano, Begoña Aznarez y José Luis MarínJorge Barudy y Maryorie Dantagnan, Natalia Seijo, Cristina Cortés, Elena Borrajo, Loli Urízar Nieto, Ana Sieiro, Toni Echeverría, Josu Gago, Alberto Rodríguez, Javier Múgica… y podría seguir. He trabajado los últimos años con equipos profesionales de entidades que desde su trabajo en los recursos del sistema de protección llevan luz a la oscuridad de la que tratan de salir estos niños, niñas y adolescentes. Y lo logran cuando hacen bien su trabajo, les dan calidez y esperanza. Y una vez más esta semana han sido los grandes olvidados.

No solo han sido los políticos los que han hecho realidad esta ley, ni las caras visibles que hemos visto en los medios. Los que la hacen realidad y la harán a diario serán estos profesionales a los que tratamos de acompañar desde Espirales CI hace años. Pienso en los buenos docentes, los que miran las vidas de sus estudiantes más allá de las materias que imparten, ven el dolor que tienen delante y no lo ignoran. Pienso en los educadores y educadoras que trabajan a diario y sin descanso en los centros de protección, en los programas de intervención familiar en situaciones de riesgo, en los centros de servicios sociales municipales, en la calle, en las plazas, en los recursos de ocio y tiempo libre… Pienso en los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que resisten aunque “los otros”, como me dijo una vez un amigo, “siempre sean más y estén mejor dotados”. Pienso en los médicos, enfermeras y personal sanitario que miran a estos niños, niñas y adolescentes y ponen nombre al horror y lo firman en un informe del que tendrán que responder judicialmente, pero lo hacen porque saben que es parte de su trabajo. Pienso en los fiscales, jueces, equipos psicosociales, abogados, secretarios judiciales…, toda esa gente que trata de formarse y de mejorar un sistema que no está adecuado a proteger los derechos de los niños, niñas y adolescentes víctimas.

Porque la LOPIVI habla del horror del que es capaz el ser humano. Pero habla sobre todo de toda la red inmensa de gente increíble que yo he tenido el privilegio de conocer. Personas que se conmueven, se enfadan y se implican en la lucha contra ese horror. Este artículo pretende ser el pequeño homenaje mío en nombre del equipo de Espirales CI a todas ellas en un momento que merece celebración y memoria. Y, una vez acabado el artículo, toca seguir. Queda mucho, muchísimo por hacer. Y las sentencias de esta semana son prueba de ello. Pero cada vez somos más. Y así es mucho más fácil.

Gracias de corazón,

Pepa Horno (en nombre del equipo de Espirales CI)

Guía de educación afectivo-sexual para adolescentes “Atrévete a sentir, atrévete a cuidar y cuidarte” elaborada por Itziar Fernández y Pepa Horno para el Ayuntamiento de Burgos


Desde Espirales CI, entendemos la educación afectivo-sexual como un derecho humano de niños, niñas y adolescentes; pero además, como un factor preventivo que contribuye a promover un sano desarrollo físico y mental desde edades tempranas.

Nuestro cuerpo es fuente de comunicación, afecto, ternura y placer. Somos seres sexuados y la sexualidad es una dimensión del ser humano desde el nacimiento hasta la muerte, existiendo una variabilidad enorme en las formas de vivirla, de expresarla, en las formas de ser y de relacionarse.

Son muchos los informes e investigaciones que vienen alertando de la problemática asociada al consumo de pornografía desde edades tempranas y su relación con la perpetuación de la violencia de género en parejas jóvenes y el aumento de la violencia sexual tanto dentro como fuera de la pareja.

Cuando estos y estas adolescentes han sido preguntados, refieren que recurren a internet y a sus amistades para resolver todas sus dudas relacionadas con la sexualidad; y se quejan de que los programas educativos escolares están fundamentalmente centrados en la prevención de enfermedades de transmisión sexual, algo que es necesario, pero insuficiente para comprender el amplio abanico de elementos que componen una sana relación afectivo-sexual y de pareja.

Y no les falta razón: desde los contextos educativos venimos abordando la educación afectivo-sexual tratando diferentes temáticas como si fuesen compartimentos estancos: hablamos de estereotipos, de violencia de género, de diversidad afectivo-sexual, de prevención de enfermedades de transmisión sexual, dejando de lado aspectos muy importantes.

La primera parte de su propia denominación: educación AFECTIVO-sexual y todo lo que tiene que ver con el deseo, el erotismo y el placer. Con la llegada de la adolescencia, el deseo y la atracción sexual van ganando terreno. Los cambios corporales y hormonales se imponen y pueden generar mucha incertidumbre e inseguridad. Esto puede afectar a nuestra autoestima, y un paso fundamental para poder vivir nuestras relaciones afectivas de forma segura y placentera pasa por sentirnos bien dentro de nuestro propio cuerpo. El placer está en la mente, y esto va de querernos y aceptarnos primero.

La cultura de la imagen y el bombardeo de estereotipos diferenciales para chicos y chicas a través de las redes no ayuda en absoluto, todo lo contrario, les transmite una imagen de “modelo único” donde deben encajar para sentirse aceptados.

Por otro lado, la forma de expresar o vivir nuestra sexualidad es única y personal. La diversidad es parte de la naturaleza humana y hay tantas formas de sentirse y vivirse como personas en el planeta. Surgen preguntas como: “¿Cómo es mi cuerpo?”, “¿Quién soy yo?”, “¿Quién me atrae?”, “¿Cómo me muestro al mundo?”. Abordar la diversidad desde el respeto a la individualidad, asumiendo una responsabilidad social para frenar el machismo, la lgtbifobia y la transfobia hará que podamos ir contribuyendo al establecimiento de relaciones más igualitarias y a que la adolescencia pueda vivenciarse con mayor libertad.

Partiendo de esta base, queremos que chicos y chicas puedan diferenciar claramente lo que es una relación afectiva (sana, libre, segura y recíproca) de una relación dañina donde podemos caer en modelos maltratantes. Por eso tenemos que hablar de respeto y cuidado. Desde Espirales CI difundimos hoy la Guía de educación afectivo-sexual: Atrévete a sentir, atrévete a cuidar y cuidarte que hemos elaborado Itziar Fernández Cortés y Pepa Horno Goicoechea para el Ayuntamiento de Burgos con ilustraciones de Patricia Corrales, y que aborda la educación afectivo-sexual desde esta perspectiva, uniendo la afectividad, la sexualidad y la protección. La hemos escrito en un lenguaje directo y sencillo para que la puedan leer directamente las y los adolescentes entre 13 y 18 años, con algunas informaciones relevantes también para las familias.

Esperamos que en sus paginas puedan ser un material donde los y las adolescentes encuentren respuesta a su curiosidad, llamando a las cosas por su nombre, y destacando la indivisible unión entre sexualidad, afecto, placer, respeto e intimidad.

Itziar Fernández y Pepa Horno

“Más allá de la supervivencia. Cómo mejorar la intervención en Europa con niños y niñas migrantes no acompañados y separados que quedan fuera del sistema de protección”, por F. Javier Romeo y Pepa Horno para UNICEF

[Read the English version clicking here.]

Los niños y niñas migrantes no acompañados y separados se encuentran con múltiples dificultades. Como niños y niñas, no se les suele escuchar. Como inmigrantes, a menudo se considera que “tienen menos derechos. Como niños y niñas sin referentes afectivos, tienen que afrontar la desprotección por parte de las instituciones que deberían protegerles. Y como niños y niñas que quedan fuera del sistema de protección y que a veces pueden recurrir a cualquier modo de vida para sobrevivir, con frecuencia son objeto de discursos de odio y de narrativas que les deshumanizan. Sin embargo, es necesario que recordemos que son niños y niñas que han sufrido experiencias adversas y que merecen intervenciones seguras que garanticen sus derechos humanos.

Como contribución para que se consoliden intervenciones sólidas y narrativas respetuosas, tenemos el orgullo de presentar este documento que hemos elaborado desde Espirales Consultoría de Infancia:

Aunque nosotros dos, F. Javier Romeo y Pepa Horno somos sus autores, esta publicación intenta recoger todos los hallazgos del Taller Internacional que tuvo lugar en Madrid en diciembre de 2019, que Javier ayudó a facilitar. Tuvimos las aportaciones de especialistas de España, Francia, Bélgica, Dinamarca, Italia, Noruega, Países Bajos y Suecia en Europa y de Marruecos en África. También contamos con la coordinación de UNICEF España y UNICEF Francia, con el apoyo de la División PFP de UNICEF. Nuestro agradecimiento por todo lo que compartieron, por sus conocimientos y por su experiencia. Esperamos que el documento honrará su generosidad y su compromiso.

Hemos estructurado el texto con tres objetivos en mente, cada uno de los cuales se aborda en un capítulo:

  1. Tener claridad sobre los “Principios fundamentales y principales riesgos a los que se enfrentan los niños y niñas no acompañados y separados que viven en la calle”.
  2. Tener una perspectiva completa sobre un “Llamamiento a la acción: hacia un modelo integrativo de intervención para el cuidado y la protección de los niños y niñas no acompañados que viven en la calle”, que explora cuatro niveles de intervención (abordar los aspectos jurídicos y de documentación; promocionar y desarrollar entornos seguros y protectores; proporcionar referentes afectivos a los niños y niñas; y construir nuevas narrativas con y sobre los niños y niñas migrantes no acompañados que viven en la calle).
  3. Proporcionar inspiración a través de “Prácticas positivas seleccionadas”, una recopilación de intervenciones y programas específicos que han funcionado en cada uno de los niveles propuestos en el Capítulo 2.

Esperamos que este documento ayude a profesionales y activistas a desarrollar nuevas narrativas e intervenciones cada vez más integrales. De ese modo se podrá asegurar que estos niños y niñas tienen un acceso pleno a sus derechos, como dice el título, más allá de la supervivencia.

F. Javier Romeo y Pepa Horno

“Beyond Survival. Improving intervention in Europe with Unaccompanied and Separated Migrant Children who fall through the protection system”, by F. Javier Romeo and Pepa Horno for UNICEF

[Hacer clic aquí para leer la versión en castellano].

Unaccompanied and Separated Migrant Children face multiple difficulties. As children, they are seldom listened to. As migrants, they are considered as “with less rights”. As children without affective referents, they face defencelessness from the official institutions that should protect them. And as children that fall through the protection system and that can sometimes resort to any way of living in order to survive, they are often the target of hate speech and dehumanizing narratives. However, we need to remember that they are children who have suffered severe experiences and who deserve safe interventions that ensure their human rights.

As a contribution for the consolidation of sound interventions and respectful narratives, we are proud to present this document that we have elaborated from Espirales Consultoría de Infancia:

Although we, F. Javier Romeo and Pepa Horno are its authors, this publication tries to summarize all the findings of the International Workshop held in Madrid in December 2019, that Javier co-facilitated. We had the inputs of experts from Spain, France, Belgium, Denmark, Italy, the Netherlands, Norway and Sweden in Europe and Morocco in Africa. We also counted with the coordination from UNICEF Spain and UNICEF France, with the support of the UNICEF PFP Division. We are grateful to all their sharings, their knowledge and their experience. We hope that the document will be able to honour their generousity and their commitment.

We have created this text with three goals in mind. They are addressed in each of the chapters:

  1. Having clarity about the “Key principles and risks faced by unaccompanied and separated children living in the street.”
  2. Envisioning a “Call for action: towards an integrative model of intervention for the care and protection of unaccompanied children in the street,” exploring four levels of intervention (addressing documentation and legal aspects; ensuring safe and protective environments; providing affective references; and building new narratives with and about unaccompanied migrant children living in the streets).
  3. Providing inspiration with “Selected positive practice,” a collection of specific programmes and interventions that have worked for each of the levels proposed in Chapter 2.

We hope that this document will help professionals and activists to develop new narratives and more integrated interventions. Those narratives will ensure that these children have full access to all their rights, as the title goes, beyond survival.

F. Javier Romeo and Pepa Horno

Investigación “Llegar a tiempo. Niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo en España” realizada por Espirales CI para Aldeas Infantiles SOS España

Una de las líneas de trabajo más importantes que desarrollamos desde Espirales CI son los estudios e investigaciones sobre el ámbito de protección. Nuestro propósito es brindar elementos de reflexión técnica para la mejora de la atención a niños, niñas y adolescentes por parte del sistema de protección. Es una línea de trabajo que completa las de formación y supervisión de equipos de profesionales en distintos ámbitos y recursos que existen dentro del sistema.

Trabajamos desde un Enfoque de Derechos del Niño y de protección integral. Consideramos que la protección no es solo la erradicación de toda forma de violencia contra niños, niñas y adolescentes sino la generación de entornos seguros y protectores que permitan su desarrollo pleno así como el ejercicio de sus derechos humanos. Creemos en el cambio social e institucional que se va dando en cualquier ámbito al transformar esos entornos y al crear consciencia al respecto en los responsables de los mismos. Los estudios e investigaciones que realizamos son para el equipo de Espirales CI un modo de crear dicha consciencia en los responsables técnicos y políticos.

Por eso la oportunidad que nos ofreció Aldeas Infantiles SOS de España de realizar una investigación sobre la atención a los niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo en España nos pareció tan certera como oportuna por parte de la entidad desde la legitimidad de su trabajo en el sistema de protección a través de sus programas de preservación familiar y acogimiento familiar y residencial.

El informe Llegar a tiempo. Niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo en España es el resultado de una investigación que duró un año y medio realizada en una muestra de 150 municipios de toda España. Estos municipios fueron elegidos de forma aleatoria y componen una muestra representativa a nivel estatal. En la muestra hay municipios rurales y urbanos, de todos los tamaños poblaciones y de todas las Comunidades Autónomas (y las dos Ciudades Autónomas) de forma proporcional al número de habitantes y expedientes de protección de cada Comunidad Autónoma. Se puede descargar en dos formatos:

El informe refleja una diversidad tal en la intervención que se realiza con los niños, niñas y adolescentes en riesgo en España que no hay variable ninguna, ni la comunidad autónoma, ni el tamaño poblacional, que pueda explicar las diferencias extremas entre un municipio y otro a la hora de evaluar los recursos de los que dispone para atender a los niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo en su territorio. Una vez más, un niño, niña o adolescente en situación de riesgo va a ver garantizado su derecho a la protección de forma diferente según el municipio donde viva.

El informe deja también constancia de la falta de sistematización y accesibilidad de los datos del sistema. Por ejemplo, hubo una tercera parte de los municipios que no pudieron dar el dato de cuántos niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo tenían en su municipio, solo 19 de 150 supieron decirnos cuántos de los niños y niñas con los que se había intervenido habían acabado en situación de tutela por desamparo, y fue imposible averiguar el presupuesto dedicado por cada municipio a atender a estos niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo. La ausencia de datos y la dificultad de acceso a los mismos convierte al sistema en imposible de evaluar.

Y luego están las cuestiones técnicas referentes a la intervención. No es objeto de esta entrada resumir todos los datos del informe porque el equipo investigador al completo lo que desearía es que se leyera en su totalidad. Pero sí queremos indicar algunas cuestiones que nos parecen especialmente preocupantes. Hay tres elementos que son claves si queremos realizar una intervención eficaz que pueda erradicar la situación de riesgo a tiempo:

  • El trabajo en red en el municipio que logre incorporar a la comunidad de una forma real en esa intervención. Ese trabajo en red solo lo encontramos en una tercera parte de los municipios estudiados.
  • La intervención desde la prevención primaria y en los tramos de edad más tempranos. Encontramos sin embargo un sesgo de edad en los recursos, la gran mayoría de ellos están dedicados a la adolescencia y la mayoría de los municipios no contemplaban la prevención como parte del trabajo en situación de riesgo. El continuo entre prevención, vulnerabilidad y riesgo no existía en la mayoría de los municipios analizados.
  • Una mirada positiva del sistema hacia las familias. Encontramos un sistema con una mirada más evaluadora que reparadora o de acompañamiento, que vincula el riesgo a la “falta de capacidades parentales” obviando otro tipo de situaciones de conflicto social o de riesgo, y que sigue uniendo riesgo a exclusión social, centrando la intervención en vulnerabilidad en la vulnerabilidad económica.

Para nosotros la publicación de este informe  llega más tarde de lo que hubiéramos deseado por las circunstancias en las que estamos. Fue realizada entre mayo de 2018 y mayo de 2019 y solo se pudieron recabar los datos que los municipios tenían disponibles entonces que corresponden al periodo de 2017 (y en algunos casos de 206). Pero aun así, creemos que por su novedad y la amplitud y representatividad de la muestra supone una oportunidad. La oportunidad de mirar con rigor y tranquilidad justamente la parte más necesaria del sistema de protección, la que interviene para evitar el desamparo, la que previene el dolor, el daño y el sufrimiento de los niños, niñas y adolescentes, o como mínimo logra minimizarlo antes de tomar otro tipo de medidas drásticas. Esa parte del sistema que se creó para garantizar el derecho que recoge la Convención sobre los Derechos del Niño y nuestra propia legislación estatal y autonómica: el derecho a crecer con su familia y en un entorno seguro y protector. Esperamos que el informe suponga una herramienta de consciencia.

Y no podemos acabar esta entrada de presentación sin dar las gracias a Violeta Assiego, Itziar Fernández, Áurea Ferreres, Lourdes Juan y Santiago Míguez, sin cuyo trabajo hubiera sido imposible desarrollar esta investigación. Gracias por habernos enseñado tanto. Desde Espirales CI siempre hemos creído en el trabajo en red para garantizar la legitimidad de lo que hacemos, y caminar de vuestra mano ha sido un privilegio.

Igualmente gracias a Aldeas Infantiles SOS España y especialmente a quienes han colaborado en la investigación y en su divulgación por la confianza que pusieron en nosotros, sin la cual este informe hubiera sido imposible. Gracias por el privilegio de este camino compartido.

Pepa Horno y F. Javier Romeo

Cómo acompañar la fragilidad después del confinamiento por COVID-19

Durante estos meses de la situación de emergencia sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19, desde Espirales CI hemos intentado aportar desde lo que sabemos hacer. Hemos ido tratando de responder a la demanda de acompañamiento emocional, supervisión y asesoramiento de equipos profesionales que trabajan con niños, niñas y adolescentes en el ámbito de protección, en servicios sociales y en el educativo mayoritariamente. Además, hemos mantenido a nivel individual el acompañamiento emocional en el ámbito personal y terapéutico.

A lo largo de todo este tiempo han ido surgiendo reflexiones que hemos compartido en nuestros espacios personales, tanto Pepa Horno en su blog personal como F. Javier Romeo en su blog Conexión más Auténtica. Pero como sucede a menudo en nuestra trayectoria, lo personal se cruza con lo profesional, así que no queremos comenzar las vacaciones del verano sin compartir en este espacio algunas de esas reflexiones que tienen todo que ver con el diseño y planificación de medidas que van a ser necesarias para acompañar a los niños, niñas y adolescentes en otoño.

La primera reflexión es que nos equivocaremos si intentamos volver a la vida y al mundo pre-COVID-19. No solo porque es imposible, el mundo ha cambiado de una manera significativa que no permite el regreso ni el olvido. Sino porque puede ser destructivo. Hay algunos aprendizajes que ha traído esta pandemia que no deberíamos olvidar y que nos impelen a transformarnos. Sin embargo, percibimos que tanto a nivel personal, como social e institucionalmente se están desarrollando las medidas en muchos casos desde un enfoque de provisionalidad a la espera de la vacuna que permita volver al mundo que teníamos. Y creemos que es un error.

El COVID-19 nos ha hecho conscientes de nuestra vulnerabilidad. Siempre fuimos vulnerables, pero vivíamos de espaldas a ello desde una vivencia de omnipotencia generada por la falsa sensación de control. Creíamos que controlábamos nuestras vidas, y que el mundo funcionaba por unas reglas que si las seguíamos las cosas encajaban. Sin embargo, un virus ha sido capaz de poner nuestra vida “patas arriba” y demostrar la fragilidad del sistema social, económico e institucional que habíamos construido. La vulnerabilidad, y el miedo que conlleva, se han convertido en evidencia. Y aún no somos capaces de medir las consecuencias de ese cambio a nivel social e institucional. No deberíamos ser tan ingenuos de pensar que esa vivencia no va a transformar las relaciones sociales, la toma de decisiones individual, el estado de la salud mental y afectiva de las personas tanto como las decisiones políticas e institucionales.

La segunda reflexión implicaría algunas claves que son necesarias para esa transformación a nivel profesional e institucional:

1. Necesitamos generar estructuras flexibles. El COVID-19 nos ha obligado por primera vez a trabajar de forma global en una situación de pandemia, de emergencia. Si por algo se caracterizan las intervenciones eficaces en una situación de emergencia es por su flexibilidad. Tenemos que mantener ese criterio y generar estructuras, proyectos, espacios que sean flexibles, fáciles de modificar y adaptar a diversas situaciones y poblaciones. Y esto se aplica desde a la construcción y sus materiales (¿qué tal si nos fijamos en la arquitectura que puede moverse y transformarse?), a los espacios físicos (abiertos, con flexibilidad en su uso, que permitan movimiento…), al diseño de programas e intervenciones en cualquier ámbito laboral (programas que contemplen mecanismos de transformación internos), a los modelos de trabajo (el presencial, el teletrabajo, las conexiones, etc.) o a la formación profesional (dejar de contemplar la formación especializada como el objetivo último y pasar a contemplar como necesarios perfiles más generalistas que puedan mantener una visión global, como sucede con la especialidad de medicina interna dentro del ámbito médico).

Veamos un ejemplo claro del que se está debatiendo mucho ahora mismo: la escuela. Las medidas que se están planteando ahora mismo tienen que ver con cómo seguir haciendo lo que se estaba haciendo pero implementando las medidas de seguridad que se contemplaban. Eso es imposible. Nos toca transformar la educación. Los espacios de las escuelas, hacerlos abiertos y modulares, olvidando el aula; las metodologías de trabajo implementando de una vez por todas la educación por proyectos en todo el ciclo educativo; los espacios abiertos que faciliten la integración en la naturaleza y no el cemento en los patios. Se trata de pensar en una escuela diferente en muchos sentidos. No en la misma escuela que teníamos solo que garantizando distancia social. Si algo hemos aprendido sobre la escuela gracias al COVID-19 es a verla como lo que siempre fue y en muchos casos habíamos olvidado: una estructura protectora, que genera equidad e integración social, además de aprendizaje. Educación y distancia social no son compatibles porque la base del proceso educativo es la relación humana, tanto entre quien educa y los chicos y chicas como entre ellos mismos.  Y no hablamos solo del papel del desarrollo sensomotor y el contacto físico en las escuelas infantiles sino de todos los ciclos educativos.

2. Necesitamos contemplar la provisionalidad como una de las pocas constantes seguras. No podemos seguir planificando proyectos, estructuras o planes inamovibles. Los niños, niñas y adolescentes deberán aprender a moverse físicamente, a cambiar de lugar geográfico, de casa, de vida, como los adultos a cambiar de trabajos o de residencia. El mundo post-COVID-19 hace muy difícil la permanencia. Nuestras generaciones fueron educadas para seguir un largo plazo, para planificar su vida (y no hablamos solo de las hipotecas, sino de la vida laboral y personal) y para medir los avances a través de la capacidad de consumo. Ninguno de esos criterios van a ser criterios de éxito en el mundo post-COVID-19. Se trata de enseñar a fluir, a cambiar, a no agarrarse a las posesiones ni a los lugares. Y nos va a costar mucho, porque fuimos educados para lo contrario, especialmente aquí en Europa.

3. Necesitamos volver a lo pequeño. En todos los sentidos y realidades. Lugares pequeños, estructuras pequeñas, grupos pequeños, organizaciones pequeñas. No solo estamos pensando en cosas que se han comentado mucho estos días, como la necesidad de transformar las grandes ciudades, los centros comerciales o los lugares de ocio masivos por los peligros que puedan conllevar. Pensamos en las estructuras de funcionamiento, los proyectos de intervención social, sanitario, educativo, las estructuras de convivencia y muchas otras cuestiones. Para nosotros uno de los aprendizajes clave que nos deja el COVID-19 de una forma muy literal es que solo lo pequeño es sostenible. Volviendo a poner el ejemplo de la escuela, pensemos en escuelas de 1200 alumnos o en escuelas de 300, de cuatro lineas o de una. Pero pensemos en los equipos de trabajo donde cuando los niveles de decisión son muy complejos se pierde la eficacia de cualquier medida además de lentificarse e institucionalizarse. Lo “pequeño” tiene muchos vértices, muchos rostros, muchas cosas de las que podríamos hablar en este punto.

4. Y por último pero no menos importante, necesitamos fortalecer la comunidad. Una sociedad se articula en torno a tres niveles: el individuo, la comunidad y el sistema. En los diferentes continentes se han desarrollado estructuras sociales que priman uno o dos de sus niveles, perdiendo el tercero. En unos países se prima la comunidad y el sistema, allá donde existe, sobre el individuo. En otros países de sobrevive desde la comunidad y el individuo porque los sistemas sociales son débiles y vulnerables. En nuestra realidad, donde podríamos incluir a Europa y America del Norte se prioriza el individuo y el sistema perdiendo la comunidad. Y la comunidad tiene un rol protector esencial que surge siempre en las situaciones de crisis o de emergencia. Cuando las personas tienen una red afectiva sólida tienen menos probabilidades de caer en situaciones de exclusión social o vulnerabilidad económica. Cuando las sociedades tienen estructuras de participación comunitaria eficaces los barrios y las ciudades se humanizan y se transforman. La red afectiva es una de las condiciones innegociables de la protección del individuo que no puede ser sostenido solo desde el sistema. Y esa red afectiva se fortalece y se asienta en la comunidad. El mundo post-COVID-19 nos obliga a mirar hacia las comunidades donde vivimos: desde cambiar el modelo de familia nuclear recuperando el papel de la familia extensa hasta incorporar las estructuras de participación comunitarias en cualquier nivel de intervención institucional.

Seguro que hay muchos más elementos, pero para nosotros desde Espirales CI estos son elementos constitutivos que deben estar presentes en cualquier decisión organizacional o institucional que se tome en estos meses. Con ellos queremos finalizar esta serie de entradas que incluyen los diferentes materiales, recursos y videos que hemos elaborado tanto para diferentes contextos de intervención (educación, protección, servicios sociales) como geográficos (España, América Latina). Esperamos haber logrado nuestro propósito que no fue otro que acompañar a las y los profesionales que trabajan con niños, niñas y adolescentes y sus familias.

Un abrazo grande,

Pepa Horno y F. Javier Romeo

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