Una educación diferente
2 junio 2015
Etiquetas: afectividad, dimensión corporal, educación, padres y madres, páginas web, sensibilización, vídeos, vínculos
En los últimos años está consolidándose un movimiento tejido de multitud de redes, gentes, asociaciones e iniciativas encaminadas a transformar el modelo educativo actual. Desde las líneas que implican una ruptura expresa con el sistema, como pueden ser la escolarización en casa, o las escuelas libres, hasta opciones más estructuradas como las escuelas Waldorf o las escuelas Montessori. Basta con revisar el crecimiento exponencial de las experiencias de educación alternativa en España.
Pero no sólo hablo de movimientos en torno a formas de escolarización más o menos diferentes, sino de movimientos destinados a transformar a las y los educadores, a darles una nueva mirada hacia su trabajo y hacia el acompañamiento que realizan en el proceso evolutivo de los niños y niñas. Movimientos como Aprendemos Todos, o los congresos sobre la excelencia en educación, o la pedagogía holística… o tantos otros (perdonadme si no los enumero a todos, de hecho) suponen un esfuerzo integral por transformar el rol del educador y su consciencia sobre la importancia del mismo.
Del mismo modo que la prevención es la única herramienta eficaz y validada para la erradicación del maltrato infantil, parece existir un consenso sobre el hecho de que la educación puede ser la única forma real de transformar la sociedad. La educación comprendida no sólo como la escolarización sino como el proceso de acompañamiento que realizan las familias, la escuela y otros cuidadores sustitutos a los niños y niñas, especialmente en sus primeros siete años de vida. La educación se da en los hogares, las escuelas, las comunidades y los centros de cuidado alternativo, estén como estén estructurados y formados todos ellos.
Demasiada gente, desde demasiadas perspectivas, y con formaciones muy diferentes coinciden en la necesidad de transformación urgente de ese proceso educativo. Quienes formamos parte de Espirales CI pretendemos ser parte de ese proceso. Y hacerlo sobre todo desde esa segunda mirada, la mirada al educador. En los últimos años hemos venido percibiendo una demanda creciente de formaciones sobre educación emocional en todos los ámbitos en los que trabajamos, sobre todo el ámbito educativo, social y sanitario. Así mismo hemos realizado un esfuerzo muy importante por transformar nuestros talleres, supervisiones y evaluaciones, entre otros, para enfatizar no sólo los contenidos de cada actuación sino el modo en que las realizamos. Por eso podemos decir con conocimiento de causa que el movimiento de transformación que se está dando en torno a la educación es ya innegable.
Quiero enfatizar algunas de las claves en las que ha de basarse ese proceso. Habría muchas más, pero hoy quiero priorizar tres para la reflexión que puedan suscitar:
Primera, la educación debe integrar el conocimiento que se tiene ya sobre el desarrollo cerebral infantil, fruto de los avances de la neurociencia. El procesamiento de la información es primero físico, luego emocional y por último cognitivo. Ese curso, y no otro, debe seguir cualquier aprendizaje que pretendamos transmitir a los niños y niñas. Un aprendizaje corporal, vivencial y afectivo constituirá el andamiaje sobre el que se integrarán unas funciones ejecutivas superiores plenamente desarrolladas. Es necesario incorporar este esquema a la escolarización en todos sus niveles, convirtiendo el movimiento, el contacto con la naturaleza, el aprendizaje de la gestión de emociones y el trabajo grupal por proyectos entre otros muchos aspectos en elementos innegociables del proceso educativo. En la escuela, pero también en los hogares y en los centros.
Segunda, la consciencia de quien educa, sean las familias, los maestros o los educadores en un centro. La consciencia que las personas que trabajan con niños y niñas son capaces de poner sobre las necesidades de cada niño o niña, sobre los objetivos finales que se persiguen, los ritmos a los que han de adaptarse y sobre sus propias fortalezas y debilidades para poder hacerlo, marcan la diferencia en la acción educativa en cualquier ámbito. La consciencia no puede limitarse a la formación técnica solo, aunque la incluya, sino que debe centrarse en la mirada que tienen las y los educadores hacia los niños y niñas y en los elementos de su historia personal y afectiva que condicionan la relación que establecen con ellos.
Y tercera, la importancia de la red y la comunidad como generadora de estímulo, vínculo, protección, trascendencia y resiliencia. El ser humano tiene dos necesidades básicas universales: sentirse seguro y sentirse amado. Y para satisfacer ambas necesidades depende de los demás. No se puede contemplar una educación en soledad, o llena de especialidades y subespecialidades que difuminan, cuando no anulan, la capacidad del individuo para el encuentro, el vínculo, la integración y la resiliencia. Son las familias (estén como estén constituidas), las comunidades que conviven en una escuela, el grupo de iguales, o los diferentes actores de la comunidad quienes proporcionan la alegría, la intimidad, el placer y el sentido. Y sin esos motores las personas crecen asustadas, resignadas e inmóviles. Es decir, dañadas y doloridas.
Y para poner un punto y aparte a esta reflexión quiero proponeros el visionado de un vídeo del psiquiatra y psicoterapeuta chileno Claudio Naranjo, una autoridad del eneagrama e impulsor de uno de los muchos movimientos de transformación educativa focalizada en el educador y las comunidades educativas, no tanto en el niño o niña. Claudio Naranjo es un referente en la psicología transpersonal y uno de los referentes de parte de mi trabajo en Espirales CI, y del que, sin embargo, hasta ahora no había hablado en este blog. En este vídeo, que he elegido corto a propósito porque sus intervenciones suelen ser mucho más largas, habla de palabras clave: consciencia, amor, trascendencia. Escuchadle, merece la pena.
Pepa
Comentarios
Comentario de Pepa Horno – Espirales CI
3 junio, 2015
¿Sabes, Javier? Creo que el cabreo es compartido por muchos. Por eso el movimiento.
Tus hijos tienen suerte de tener un padre preocupado por la educación, antes y ahora 😉
Un abrazo,
Pepa
Comentario de Lola
11 junio, 2015
buenos dias Pepa, soy Lola,trabajo en la Diputacion de Segovia, con lo que te conozco de numerosos cursos y todos me han ayudado a entender y poner en consciencia el proceso de los menoresy las familias con las que trabajo. El libro de amor y violencia, excelente… muchas gracias por tus reflexiones.
Ahora me gustaria que me aportaras informacion sobre el tema de acoso escolar, como trabajar cuando nos llegan menores que se sienten acosados. Muchas gracias
Comentario de Pepa Horno – Espirales CI
30 junio, 2015
Querida Lola, gracias por tus palabras, para mí es emocionante cada vez que siento que mi trabajo es útil a quienes estáis en primera linea, cada día. Sobre el acoso, mira los materiales que tenemos en la etiqueta de maltrato y violencia, hay algunos específicos sobre el tema.
Un abrazo,
Pepa
Comentario de Javier Romeu
2 junio, 2015
Gracias, Pepa por tu reflexión. Es curioso que cuando se supone que ya soy un “padre de alumno o alumna” veterano tras cinco hijo/as y tres acogidas/os, menos me debería interesar el tema de la educación, es cuando más me está interesando. Quizá por cabreo. Pero me alegra saber que constatas un movimiento que plantea cambios que vayan más allá de los meros maquillajes de asignaturas, exámenes y metodologías educativas y administrativas