Hay temas que te persiguen durante mucho tiempo. A veces es un rostro en un taller, una historia o una llamada llena de dolor. A veces es una cifra.

La que dio origen a este post me llegó en el año 2008 cuando leí el “III y IV Informe de Aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño en España” presentado por el Estado español al Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, órgano encargado del seguimiento a los Estados en la aplicación de la Convención.

Al leer aquel informe me alegré de encontrar datos centrados en infancia, y en concreto aquellos datos que daban visibilidad a los niños, niñas y adolescentes víctimas de delitos. Y busqué una cifra que había preguntado varias veces y nadie entonces parecía saber decirme: el número de niños, niñas y adolescentes muertos de forma violenta en España. Para lograrla, tuve que sumar las cifras de varios apartados: los niños, niñas y adolescentes asesinados o víctimas de homicidios en España, los niños, niñas y adolescentes que se habían suicidado o los que habían muerto como resultado de accidentes producidos por negligencias graves de sus tutores.

El resultado de aquella suma me ha perseguido personalmente hasta hoy. Cualquier número hubiera sido grande, pero aquél fue excesivo para mí. Sentí rabia. Rabia al comparar esa cifra con otras muchas o los recursos que se adjudican institucional y socialmente a reducir esa cifra con los que se adjudican a otras. Me dolió lo que aquella cifra y sobre todo su invisibilidad decía de nuestra sociedad.

Han pasado casi seis años. He difundido este tema en las charlas, conferencias, y sobre todo mesas de trabajo y otros foros donde cabía realizar incidencia política al respecto. Pero cuando Xose Cuns me pidió hace tiempo que escribiera algo en su blog “No me pidan calma” supe que esa cifra iba a ser mi aportación. Porque su blog se ha convertido en referente de claridad y defensa legítima de los más débiles para quienes trabajamos en los temas sociales. Y porque Xose forma parte de una red de hombres galegos fabulosos con los que tengo el privilegio de compartir ideales, reír y cambiar el mundo en una cena en el terruño de vez en cuando y sobre todo, llamar amigos.

Así que no quiero contaros más. Sólo dejaros el enlace a la entrada que he escrito en “No me pidan calma”, se llama “Contabilizar nuestros muertos. También cuando son niños y niñas” porque Xose ha enriquecido mi texto con su introducción, vídeos, enlaces, y porque me gustaría que leyerais y participarais en los comentarios que suscite.

Y desde Espirales CI, para este post en concreto algo más si cabe que con otros, pediros que nos ayudéis a su difusión.

Pepa