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Etiqueta: derechos humanos

Publicación “Voces para el cambio. Guía metodológica para realizar consultas a niños, niñas y adolescentes que se encuentran en acogimiento residencial” por Pepa Horno y F. Javier Romeo para UNICEF España

Portada de la guía "Voces para el cambio", por Pepa Horno y F. Javier Romeo, para UNICEF España

La modificación que se realizó de la Ley de Protección a la Infancia en España con la aprobación de la ley 16/2015, reforzada después por la Ley 8/2021, de 4 de junio, de Protección Integral a la Infancia y Adolescencia frente a la violencia supone todo un reto para el sistema de protección en muchos sentidos. Pero hay uno especialmente relevante: garantizar la plena implementación del derecho a la participación de los niños, niñas y adolescentes bajo medidas de protección. Un reto en el que se han realizado avances muy significativos en los últimos años, pero que está lejos aún de ser una realidad.

La guía Voces para el cambio. Guía metodológica para realizar consultas a niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial, publicada por UNICEF España, pretende ser un instrumento metodológico para lograr ese reto. Su objetivo es proponer una metodología para realizar consultas con niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial. Una metodología que contempla las especificidades de esta población de cara a garantizar procesos participativos legítimos, significativos y protectores. Una metodología que plantea las consultas como un elemento más en un proceso de transformación interna de los hogares de protección hasta llegar a implementar un mayor grado de protagonismo de los chicos y chicas sobre sus propias vidas. Y una metodología que luego puede ser adaptada a diferentes objetos de consulta.

Pero ante todo pretende brindar una herramienta a los profesionales, entidades e instituciones del sistema de protección que decidan evaluar su trabajo para incrementar su rigor y su calidad. Los niños, niñas y adolescentes son los destinatarios del trabajo del sistema de protección. Por lo tanto, cualquier proceso de evaluación, mejora o calidad que se quiera impulsar no será legítimo si no parte de la evaluación de necesidades y propuestas de mejora que los propios niños, niñas y adolescentes realicen.

A veces no se pregunta porque no se sabe cómo. A veces porque se tiene miedo a la respuesta. La guía que hemos elaborado Pepa Horno y F. Javier Romeo pretende eliminar el primero de los dos obstáculos. Vencer el segundo es ya una decisión institucional y profesional del sistema de protección en cada comunidad autónoma, y del equipo directivo y educativo de cada hogar de protección.

Aquí tenemos la grabación de la sesión:

Esperamos que la guía sea de utilidad y encontrarnos en la presentación.

Pepa Horno y F. Javier Romeo

La aprobación de la LOPIVI: celebración y memoria

Portada de la página web del Congreso de los Diputados que recoge el Proyecto de LeyEsta semana ha sido un momento de celebración para todas las personas de bien, para quienes consideramos a los niños, niñas y adolescentes ciudadanos de pleno derecho y un poquito más si cabe para todas las personas que trabajamos, de un modo u otro, en el ámbito de protección: la aprobación del Proyecto de Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia (LOPIVI) por el Congreso de los Diputados en España. [Actualización: ya se ha publicado la Ley y entra en vigor en unos días, con el nombre final de Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia].

A lo largo de estos casi veinticinco años que llevo trabajando para la prevención y erradicación de la violencia contra los niños, niñas y adolescentes he vivido muchas cosas que, como he comentado en redes sociales, estos días se me agolpaban en el corazón. Y todas tenían que ver con el camino recorrido, con la cantidad de cosas que hoy damos por obvias, por lógicas, por sabidas y que, como en cualquier otro movimiento de cambio social, son, sin embargo, el resultado de un trabajo muy largo en el tiempo. Un trabajo que, cuando empezó, parecía simplemente como predicar en el desierto, una locura, un imposible.

Cuando yo empecé a trabajar en este tema, ya había gente luchando por visibilizar la violencia contra los niños, niñas y adolescentes. Ya existía un sistema de protección en España jurídicamente constituido que empezaba a evaluar su funcionamiento. La Plataforma de Organizaciones de Infancia ya estaba constituida. Ya existían organizaciones y entidades que llevaban mucho tiempo trabajando en este tema. Y, sobre todo, existían muchos profesionales atendiendo ya a los protagonistas últimos de esta ley: los niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia.

Pero todo lo que existía era percibido como personas, organizaciones y entidades que atendían a un colectivo vulnerable, escaso, desafortunado, víctima de algunas personas locas, enfermas, extrañas y, sobre todo, muy lejanas a la vida cotidiana de la gente. “Esto en mi casa no pasa, esto en mi barrio no ocurre, eso le pasa a los pobres, lo hacen personas locas o enfermas”. “Pobrecitos”, decían en el mejor de los casos. “Es imposible, os lo inventáis”, en el peor de los casos. Como ocurría con otras víctimas de violencia.

Quiero contar cuatro ejemplos que para mí explican muy bien de dónde venimos, y todo el trabajo que ha sido necesario hacer para lograr el cambio social que legitimara e hiciera posible este cambio legislativo. Porque es así, una ley nunca sale adelante si la sociedad no está preparada. Y si se fuerza, y se aprueba antes de ese cambio social, la norma legal es atacada y cuestionada hasta su derogación o ignorada y no implementada. Sobre todo en el caso de las leyes que abordan las relaciones humanas, no las administrativas ni las institucionales, sino las relaciones humanas en cualquiera de sus vertientes. Esas leyes han de ser incorporadas por la sociedad para ser implementadas. El mejor ejemplo que se me ocurre ahora mismo es la ley antitabaco, que requirió una inversión brutal en sensibilización social para lograr ser implementada. Cuando se aprobó fuimos muchas personas las que pensamos que sería imposible, y ahora volamos en un avión, vamos en el tren, nos sentamos a comer o vamos a bailar sin llenarnos de humo. Y nos parece lo normal. Nos parece obvio.

El primer ejemplo que me vino el jueves a la memoria fue el día que publicamos el primer informe que se sacaba en España sobre castigo físico a los niños y niñas en el hogar, el documento Amor, poder y violencia. Un análisis comparativo de los patrones de castigo físico y humillante. Año 2005. Ese día volvía a casa en el metro después de la rueda de prensa y de todas las entrevistas. Aquella fue la primera de todas las ruedas de prensa que habíamos convocado hasta entonces desde Save the Children por temas de violencia en las que la presencia de medios fue masiva. Hasta entonces venían dos o tres periodistas. El tema no era noticia.

Aquel día volvía en el metro a casa. Debían de ser las nueve de la noche y el tema ya había salido en el telediario de mediodía y de la noche. En el vagón donde viajaba se entabló una discusión muy fuerte entre un grupo grande de gente. Pero en realidad no fue una discusión. Todos estaban de acuerdo, y estaban de acuerdo en que estábamos locos quienes presentamos el estudio, en que, por supuesto, había que pegar a los niños y niñas cuando era necesario, que “Si no, no obedecían” y que había que “meterlos en vereda”. Que las ONG y los psicólogos pretendíamos decirles lo que tenían que hacer con sus hijos e hijas, que “eran suyos” y que además las cifras que dábamos, seguro que “nos las inventábamos”.

Portada del material de la campaña "Educa, no pegues"Hablo del año 2005 cuando ya llevábamos trabajando el tema desde la campaña “Educa, no pegues” a nivel estatal desde el año 1999. Fueron años de campaña, dando formaciones a familias y profesionales en pueblos pequeños y ciudades de todo el país, con un equipo de treinta personas trabajando directamente en el tema, y muchas otras instituciones y organizaciones apoyando el proceso y colaborando.

Formamos a miles de personas. Recuerdo que cuando preparaba a ese grupo de personas que iban a tener que dar los cursos, las conferencias, las entrevistas, siempre les decía: “Tened presente que solo con que sientan la necesidad de discutir lo que decís, de contraargumentaros, ya es suficiente, porque significará que habréis sembrado la duda sobre algo que está tan arraigado socialmente que la gente ni siquiera se plantea cuestionarse. Dan por hecho que tienen derecho a pegar a sus hijos para educarlos. Siempre se ha hecho así. Solo sembrar la duda es un avance”. Así ocurrió. Nos discutieron, incluso en algún caso nos insultaron, se rieron de muchos de nosotros, pero seguimos. Y la duda caló.

Folleto de la campaña "Corregir no es pegar"Hizo falta una segunda campaña de sensibilización contra el castigo físico a los niños y niñas en la familia: “Corregir no es pegar”. Y por cierto una de las medidas que se planteaba en aquella campaña, para mí no la más relevante pero sí necesaria, era la modificación de un artículo del Código Civil. No una ley. Un artículo. Costó ocho años de trabajo lograrla. Llegó en el 2007. Y aún hoy, hay gente que no duda de su derecho a pegar y gritar a sus hijos e hijas si lo considera necesario. Pero ya no es obvio, ya no es mayoritario, ya no parece tan claro. Estamos en el camino.

 

Segundo ejemplo, la elaboración del modelo de protocolo de actuación en los casos de maltrato infantil impulsado por el Observatorio de Infancia del Ministerio de Asuntos Sociales. Año 2008 (luego se publicaron sucesivas modificaciones y mejoras del mismo hasta el año 2014, que es la actual). Se elaboró en un grupo de trabajo que se reunió durante un año y en el que por primera vez representantes del ámbito judicial se sentaban a una mesa con el ámbito social, el ámbito educativo, el ámbito policial y el ámbito sanitario. Representantes de las Comunidades Autónomas y de todos los ámbitos que pretendíamos elaborar un modelo de protocolo que pudiera servir a las Comunidades Autónomas para impulsar sus propios protocolos en los diferentes territorios, como así ocurrió. Aquellas reuniones las he vivido de nuevo a nivel autonómico en varias comunidades autónomas. Pero recuerdo perfectamente la dificultad para ser aceptada como interlocutora válida sin ser profesional del ámbito jurídico. Y recuerdo, entre otras muchas cosas, la discusión para lograr que se incluyera la propuesta en el protocolo de que las indemnizaciones en las sentencias condenatorias por casos de maltrato infantil no se calcularan utilizando el baremos que se usaban hasta entonces, los de los  accidentes de coche, sino que pudieran cubrir el coste del tratamiento terapéutico que iba a necesitar (o que ya había necesitado en función de los años transcurridos antes de la sentencia definitiva) ese niño o niña para recuperarse del trauma que le habían infligido. Porque déjenme recordar que ni entonces ni ahora está garantizado el tratamiento público y gratuito a todos los niños y niñas víctimas de alguna forma de maltrato. En algunas comunidades autónomas sí, en otras solo a aquellos niños, niñas y adolescentes víctimas de maltrato en ámbito intrafamiliar que les lleva a una situación de desprotección, en otras ni eso. Recuerdo hacer sobre aquella mesa el cálculo genérico del número de sesiones mínimas multiplicado por el coste establecido oficialmente por los Colegios Oficiales de Psicólogos por sesión. Una cifra que era mucho mayor del baremo establecido. Y solo para pagar el tratamiento. La medida se incluyó, y muchos fiscales en sus propuestas y muchos jueces en sus sentencias la incorporaron. Otros muchos siguen usando el baremo de los accidentes de coche, porque es el que se ha usado siempre. Estamos en el camino.

Tercer ejemplo, cuando en el año 2006 publicamos desde Save the Children también la primera investigación que se realizó sobre Atención a niños y niñas víctimas de violencia de género. La primera. La primera vez que se les llamaba víctimas directas. No “testigos”, ni “víctimas secundarias”, sino víctimas directas. Una investigación que llevó dos años de trabajo por parte de un equipo de gente increíble que tuve el honor de coordinar. Una de esas investigaciones que marcó un antes y un después y una línea de trabajo que en la organización se ha seguido hasta lograr la modificación legislativa de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género en la que se reconoció a los niños, niñas y adolescentes hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género como víctimas de esa violencia igual que sus madres. Fue en el año 2015. Hicieron falta 9 años.

En aquella investigación surgieron temas muy graves, pero sobre todo, cuando se publicó, tuvimos que escuchar cosas como que los niños, niñas y adolescentes “Solo eran testigos”, que “A ellos no les daban las palizas”, que “Podían no enterarse” de lo que su padre o padrastro le hacía a su madre, o que si los reconocíamos como víctimas “Las mujeres perderían los recursos que tenían para atenderlas porque se los darían a los niños y niñas”. Recuerdo que una de las medidas que se solicitaba en aquella investigación era simplemente que se introdujera en los formularios de las órdenes de protección una casilla con el dato del número de hijos e hijas que tenían las mujeres. Se registraba su edad, su país de procedencia… muchos datos sobre las mujeres. Pero nada sobre sus hijos e hijas. Lo logramos. Con un matiz: que durante años, ese dato no se introdujo en las estadísticas que se publicaban sobre el tema. Aquella primera investigación fue el comienzo de un proceso muy duro para lograr algo que sigue siendo en muchos lugares una cuenta pendiente y es la necesidad de que las intervenciones en Igualdad y en Infancia trabajen de la mano. Estamos en el camino.

La realización de investigaciones, no solo desde la perspectiva académica sino desde la visión de los profesionales en terreno, ha sido una pieza clave de este proceso de visibilización de la violencia contra los niños, niñas y adolescentes y de las carencias que existen en el sistema a la hora de atender el dolor de las víctimas. Ha habido dos investigaciones posteriores que he tenido el privilegio de coordinar ya desde Espirales CI junto con F. Javier Romeo, sobre diversos aspectos del sistema de protección que han desempeñado un papel clave en la legitimidad del proceso de cambio legislativo. Por un lado, la realizada para UNICEF España sobre la atención a los niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial y familiar en España llamada Un lugar donde quedarse, en la que surgieron claramente varias de las problemáticas expuestas en la justificación del proyecto de ley.

Por otro, la realizada para Aldeas Infantiles SOS España con el título Llegar a tiempo. Niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo en España. Ambas investigaciones han sido otros pasos en este camino. El camino de dar visibilidad a las distintas problemáticas a las que la LOPIVI pretende dar respuesta desde el análisis de la práctica cotidiana desde un enfoque de derechos del niño.

 

Y un último ejemplo, para mí quizá el más doloroso. A lo largo de estos años España, como el resto de los países que lo han ratificado, está obligada a presentar un informe al Comité de Derechos del Niño sobre la implementación de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN). Como cada país, España presenta su informe a nivel gubernamental, y las ONG, asociaciones y entidades pueden presentar sus informes alternativos. En España lo realiza la Plataforma de Organizaciones de Infancia de forma conjunta. Un trabajo mucho más complicado de lo que la gente pueda imaginar, pero absolutamente imprescindible en el que pude participar en dos ocasiones. En esos informes que presenta el gobierno se recogen las estadísticas publicadas por el INE (Instituto Nacional de Estadística) sobre muertes en España, en este caso de niños, niñas y adolescentes en nuestro país. El problema es que los datos vienen recogidos por causas de muerte y, como tales, disgregados: hay que sumar varios apartados para saber cuántos niños, niñas y adolescentes han muerto por causas violentas en nuestro país. Pero no solo hay que sumar las casillas correspondientes a las muertes violentas. Porque entre sus causas están los asesinatos, homicidios de niños y niñas, los suicidios y una categoría que da mucho miedo que son las muertes por agresiones accidentales, que se categorizan así porque muchas veces no se sabe quién produjo esa agresión o si lo hizo intencionalmente (hablamos de muertes por quemaduras, apuñalamientos, disparos o envenenamientos). Cada año esa cifra me duele, así que en el año 2014 publiqué una entrada de blog que llamé “Contabilizar nuestros muertos, también cuando son niños y niñas”. Lo publiqué en el blog de mi querido Xosé Cuns “No me pidan calma”, recogiendo los datos del 2011 que figuraban en el último informe presentado por el gobierno al Comité. Pensé que ese artículo generaría polémica, pero no fue así. Y debería haberla generado. Porque las cifras dan miedo. El registro completo de muertes violentas de niños, niñas y adolescentes en nuestro país sigue siendo una cuenta pendiente a la que la LOPIVI pretende dar respuesta creando al fin ese registro. Estamos en el camino. Porque déjenme que recuerde algo que dije en ese artículo: difícilmente se pueden crear medidas eficaces y ajustadas si no conocemos la magnitud de la problemática.

Todo esto y mucho más forma parte de un proceso de cambio social que ha sucedido en nuestro país en los últimos veinte años. Ahora muchas cosas parecen obvias, como si hubieran existido siempre. Pero no es así. Cuando esta semana se hablaba de la aprobación de la LOPIVI había quienes sugerían llamarla “Ley Rhodes”, porque el papel de James Rhodes ha sido clave para acelerar un proceso que, aunque estaba pasando, sucedía a ritmo exasperantemente lento. Su libro Instrumental supuso algo difícil de expresar para mucha gente. Él prestó su nombre, pero sobre todo su dolor para dar voz a muchas víctimas. Nunca podré agradecérselo suficiente. Esta ley es también suya, aunque no solo suya. Tengamos presente que antes que él hubo muchas víctimas que pidieron hablar con el presidente del gobierno y nunca fueron atendidas. No un presidente del gobierno, varios, de varios partidos y signos políticos. ¿Por qué? Porque la sociedad española no estaba preparada y el coste político para cualquier político de cualquier signo político de posicionarse en este tema era demasiado alto. El gobierno actual ha tenido mucho valor al promover el proceso de aprobación de la LOPIVI y se ha logrado con alto consenso político, porque la sociedad no lo cuestionaba (salvo algunas medidas específicas en la ley que sí causaron debate), porque parece obvio, parece de justicia. Pero lo parece ahora.

El mismo proceso de formulación del proyecto de ley esconde detrás un proceso muy largo. Déjenme dar solo algunas fechas. Primera ponencia sobre violencia contra la infancia en el Congreso de los Diputados, año 2005. Creación de la subcomisión sobre violencia contra la infancia, año 2014. En esta entrada de blog escribimos sobre esa subcomisión. Presentación de firmas para la no prescripción de los delitos de abuso sexual infantil, mayo de 2016. Creación grupo de trabajo de organizaciones y entidades impulsado por Save the Children y la Cátedra Santander de la Universidad Pontificia de Comillas para elaborar un borrador conjunto de ley que pudiera ser llevado al Senado y Congreso, año 2018. Envío del borrador de proyecto de ley, diciembre 2020. Aprobación del Proyecto de Ley (a falta de su paso por el Senado y, si hay modificaciones relevantes, de nuevo por el Congreso), abril 2021.

Esta semana se hablaba también de procesos de tres años, de cinco años para algunas de las medidas que esta ley ha recogido y que supusieron un antes y un después en este proceso, porque son procesos impulsados por adultos que fueron víctimas de alguna forma de maltrato en su infancia. Personas adultas que dieron un paso adelante y pusieron rostro y voz al horror silenciado. Solo las personas adultas que fueron víctimas en la infancia y adolescencia podían hacer eso, porque las organizaciones de infancia, por mucho que trabajaran para visibilizar ese dolor no podían sacar a los niños, niñas y adolescentes a contar lo que les estaba pasando. Ellos no podían hablar solos, necesitaban a los adultos que ya podían hacerlo. Personas como Vicky Bernadet, como Miguel Hurtado, como Gloria Viseras, como Manuel Barbero. Ellos y ellas dieron nombre y apellidos. Pero antes estuvieron también las asociaciones de víctimas que llevaban años constituidas, como ACASI, la Asociación Garaitza, El Mundo de los ASI, la Fundación RANA y otras muchas demandando ser atendidas y realizando una labor de sensibilización social imprescindible. Su voz y su trabajo dio legitimidad a lo que organizaciones como Save the Children, la Fundación ANAR, UNICEF España, Aldeas Infantiles SOS España o Educo contaban en sus datos. Todos ellos hicieron que los datos tomaran vida y alma. Sin ellos, todos ellos, personas concretas, asociaciones de víctimas, esta ley nunca hubiera sido aprobada.

Se hablaba de entidades y organizaciones. Las he mencionado. Con el rol impagable de la Plataforma de Organizaciones de Infancia (POI) y de la Federación de Asociaciones de Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI).

Y se recordaba a juristas y académicos que apoyaron en su proceso a las organizaciones. Imposible no mencionar aquí a Clara Martínez o a Félix López, Jesús Palacios, Jorge Fernández del Valle, Enrique Echeburúa, María Ignacia Arruabarrena o Noemí Pereda. Profesionales que dieron legitimidad con sus investigaciones o con su conocimiento a procesos emprendidos por las entidades. Los profesionales del ámbito de infancia tenemos algo en común: somos perseverantes, por no decir directamente que somos cabezotas. Sin todas esas entidades y los profesionales que las apoyaron esta ley nunca hubiera sido aprobada.

Pero a mí me han faltado esta semana tres menciones con las que quiero acabar este artículo de celebración y agradecimiento.

La primera es al proceso internacional. Se hablaba de que España es pionera. Pero esta ley nunca se hubiera aprobado sin la realización del Informe Mundial sobre la violencia contra los niños y las niñas (conocido también con el nombre de “Informe Pinheiro” por haber sido Paulo Sérgio Pinheiro su coordinador). Fue el primer estudio que se hizo a nivel mundial sobre violencia contra la infancia, y obligó a Naciones Unidas a reconocer la dimensión brutal de esta problemática en todos los países y regiones del mundo. Volviendo a lo que comentaba al principio, yo he trabajado el tema del castigo físico a los niños y niñas en 32 países. En todos sin excepción me han dicho en los talleres que el castigo “era parte de su cultura”. Una de las cosas que ese informe dejó claro es que la violencia contra la infancia, aunque tenga algunas especificidades, no es algo cultural, ni propio de determinadas clases sociales o económicas. Es un problema universal, que tiene que ver con el abuso de poder en las relaciones interpersonales, con la necesidad de lograr un cambio en las relaciones entre las personas, y sobre todo entre los adultos y los niños, niñas y adolescentes. Un problema que tiene que ver con el reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes como ciudadanos de pleno derecho. Y en este proceso quiero mencionar a dos personas que jugaron un papel clave y de los que se ha hablado poco esta semana. Por una parte, Jorge Cardona, como representante español en el Comité de los Derechos del Niño, y por otra, Elda Moreno como responsable del Área de Derechos del Niño en el Consejo de Europa, que impulsó la campaña “Tus manos son para proteger” contra el castigo físico, la campaña “Uno de cada cinco” sobre el abuso sexual infantil que surgió tras la aprobación en 2007 del Convenio de Lanzarote (Convenio del Consejo de Europa para la protección de los niños contra la explotación y el abuso sexual), y la campaña actual “Start to Talk” (“Empieza a hablar”) contra el abuso sexual en el deporte. Sin esas tres campañas esta ley nunca hubiera sido aprobada.

La segunda es a las Defensorías de los derechos del niño, niña o adolescente. Desde el área de infancia del Defensor del Pueblo hasta las Defensorías existentes en diferentes Comunidades Autónomas. Quiero destacar el trabajo de la oficina del Ararteko, el Síndic de Greuges, la OBIA (Oficina Balear de Infancia y Adolescencia), el Defensor del Pueblo Andaluz y la Defensoría del Ciudadano del Ayuntamiento de Palma, que se han posicionado públicamente en la denuncia de diferentes formas de violencia que estaban sufriendo los niños, niñas y adolescentes en sus respectivos territorios. La legitimidad de sus denuncias como instituciones independientes ha dado sostén al trabajo de las organizaciones de infancia en este proceso.

Y la otra mención que me ha faltado es a todos los profesionales que trabajan a diario con los protagonistas últimos de esta ley: los niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia. Hablo de los profesionales del sistema de protección, que trabajan en recursos de acogimiento residencial o acogimiento familiar, en diferentes programas de intervención en riesgo, en los servicios sociales y como técnicos en los servicios de protección: educadores, psicólogos, trabajadores sociales…, todas esas personas que sostienen a diario el dolor de estos niños, niñas y adolescentes. Y especialmente quienes trabajan directamente en recursos de atención terapéutica especializada. Podría mencionar a muchísimos pero déjenme que mencione a las psicólogas de la UTASI con quienes hemos publicado el libro Poniendo alma al dolor, la Fundación Márgenes y Vínculos, ADIMA, la Fundación Xilema, la Fundación A La Par, Victoria Noguerol, María Pérez, José Luis Gonzalo, Javier Romeu Soriano, Begoña Aznarez y José Luis MarínJorge Barudy y Maryorie Dantagnan, Natalia Seijo, Cristina Cortés, Elena Borrajo, Loli Urízar Nieto, Ana Sieiro, Toni Echeverría, Josu Gago, Alberto Rodríguez, Javier Múgica… y podría seguir. He trabajado los últimos años con equipos profesionales de entidades que desde su trabajo en los recursos del sistema de protección llevan luz a la oscuridad de la que tratan de salir estos niños, niñas y adolescentes. Y lo logran cuando hacen bien su trabajo, les dan calidez y esperanza. Y una vez más esta semana han sido los grandes olvidados.

No solo han sido los políticos los que han hecho realidad esta ley, ni las caras visibles que hemos visto en los medios. Los que la hacen realidad y la harán a diario serán estos profesionales a los que tratamos de acompañar desde Espirales CI hace años. Pienso en los buenos docentes, los que miran las vidas de sus estudiantes más allá de las materias que imparten, ven el dolor que tienen delante y no lo ignoran. Pienso en los educadores y educadoras que trabajan a diario y sin descanso en los centros de protección, en los programas de intervención familiar en situaciones de riesgo, en los centros de servicios sociales municipales, en la calle, en las plazas, en los recursos de ocio y tiempo libre… Pienso en los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que resisten aunque “los otros”, como me dijo una vez un amigo, “siempre sean más y estén mejor dotados”. Pienso en los médicos, enfermeras y personal sanitario que miran a estos niños, niñas y adolescentes y ponen nombre al horror y lo firman en un informe del que tendrán que responder judicialmente, pero lo hacen porque saben que es parte de su trabajo. Pienso en los fiscales, jueces, equipos psicosociales, abogados, secretarios judiciales…, toda esa gente que trata de formarse y de mejorar un sistema que no está adecuado a proteger los derechos de los niños, niñas y adolescentes víctimas.

Porque la LOPIVI habla del horror del que es capaz el ser humano. Pero habla sobre todo de toda la red inmensa de gente increíble que yo he tenido el privilegio de conocer. Personas que se conmueven, se enfadan y se implican en la lucha contra ese horror. Este artículo pretende ser el pequeño homenaje mío en nombre del equipo de Espirales CI a todas ellas en un momento que merece celebración y memoria. Y, una vez acabado el artículo, toca seguir. Queda mucho, muchísimo por hacer. Y las sentencias de esta semana son prueba de ello. Pero cada vez somos más. Y así es mucho más fácil.

Gracias de corazón,

Pepa Horno (en nombre del equipo de Espirales CI)

“Más allá de la supervivencia. Cómo mejorar la intervención en Europa con niños y niñas migrantes no acompañados y separados que quedan fuera del sistema de protección”, por F. Javier Romeo y Pepa Horno para UNICEF

[Read the English version clicking here.]

Los niños y niñas migrantes no acompañados y separados se encuentran con múltiples dificultades. Como niños y niñas, no se les suele escuchar. Como inmigrantes, a menudo se considera que “tienen menos derechos. Como niños y niñas sin referentes afectivos, tienen que afrontar la desprotección por parte de las instituciones que deberían protegerles. Y como niños y niñas que quedan fuera del sistema de protección y que a veces pueden recurrir a cualquier modo de vida para sobrevivir, con frecuencia son objeto de discursos de odio y de narrativas que les deshumanizan. Sin embargo, es necesario que recordemos que son niños y niñas que han sufrido experiencias adversas y que merecen intervenciones seguras que garanticen sus derechos humanos.

Como contribución para que se consoliden intervenciones sólidas y narrativas respetuosas, tenemos el orgullo de presentar este documento que hemos elaborado desde Espirales Consultoría de Infancia:

Aunque nosotros dos, F. Javier Romeo y Pepa Horno somos sus autores, esta publicación intenta recoger todos los hallazgos del Taller Internacional que tuvo lugar en Madrid en diciembre de 2019, que Javier ayudó a facilitar. Tuvimos las aportaciones de especialistas de España, Francia, Bélgica, Dinamarca, Italia, Noruega, Países Bajos y Suecia en Europa y de Marruecos en África. También contamos con la coordinación de UNICEF España y UNICEF Francia, con el apoyo de la División PFP de UNICEF. Nuestro agradecimiento por todo lo que compartieron, por sus conocimientos y por su experiencia. Esperamos que el documento honrará su generosidad y su compromiso.

Hemos estructurado el texto con tres objetivos en mente, cada uno de los cuales se aborda en un capítulo:

  1. Tener claridad sobre los “Principios fundamentales y principales riesgos a los que se enfrentan los niños y niñas no acompañados y separados que viven en la calle”.
  2. Tener una perspectiva completa sobre un “Llamamiento a la acción: hacia un modelo integrativo de intervención para el cuidado y la protección de los niños y niñas no acompañados que viven en la calle”, que explora cuatro niveles de intervención (abordar los aspectos jurídicos y de documentación; promocionar y desarrollar entornos seguros y protectores; proporcionar referentes afectivos a los niños y niñas; y construir nuevas narrativas con y sobre los niños y niñas migrantes no acompañados que viven en la calle).
  3. Proporcionar inspiración a través de “Prácticas positivas seleccionadas”, una recopilación de intervenciones y programas específicos que han funcionado en cada uno de los niveles propuestos en el Capítulo 2.

Esperamos que este documento ayude a profesionales y activistas a desarrollar nuevas narrativas e intervenciones cada vez más integrales. De ese modo se podrá asegurar que estos niños y niñas tienen un acceso pleno a sus derechos, como dice el título, más allá de la supervivencia.

F. Javier Romeo y Pepa Horno

“Beyond Survival. Improving intervention in Europe with Unaccompanied and Separated Migrant Children who fall through the protection system”, by F. Javier Romeo and Pepa Horno for UNICEF

[Hacer clic aquí para leer la versión en castellano].

Unaccompanied and Separated Migrant Children face multiple difficulties. As children, they are seldom listened to. As migrants, they are considered as “with less rights”. As children without affective referents, they face defencelessness from the official institutions that should protect them. And as children that fall through the protection system and that can sometimes resort to any way of living in order to survive, they are often the target of hate speech and dehumanizing narratives. However, we need to remember that they are children who have suffered severe experiences and who deserve safe interventions that ensure their human rights.

As a contribution for the consolidation of sound interventions and respectful narratives, we are proud to present this document that we have elaborated from Espirales Consultoría de Infancia:

Although we, F. Javier Romeo and Pepa Horno are its authors, this publication tries to summarize all the findings of the International Workshop held in Madrid in December 2019, that Javier co-facilitated. We had the inputs of experts from Spain, France, Belgium, Denmark, Italy, the Netherlands, Norway and Sweden in Europe and Morocco in Africa. We also counted with the coordination from UNICEF Spain and UNICEF France, with the support of the UNICEF PFP Division. We are grateful to all their sharings, their knowledge and their experience. We hope that the document will be able to honour their generousity and their commitment.

We have created this text with three goals in mind. They are addressed in each of the chapters:

  1. Having clarity about the “Key principles and risks faced by unaccompanied and separated children living in the street.”
  2. Envisioning a “Call for action: towards an integrative model of intervention for the care and protection of unaccompanied children in the street,” exploring four levels of intervention (addressing documentation and legal aspects; ensuring safe and protective environments; providing affective references; and building new narratives with and about unaccompanied migrant children living in the streets).
  3. Providing inspiration with “Selected positive practice,” a collection of specific programmes and interventions that have worked for each of the levels proposed in Chapter 2.

We hope that this document will help professionals and activists to develop new narratives and more integrated interventions. Those narratives will ensure that these children have full access to all their rights, as the title goes, beyond survival.

F. Javier Romeo and Pepa Horno

“Cuaderno para la acción en el post-confinamiento” de UNICEF España

El confinamiento por la emergencia sanitaria por coronavirus ha sido un experiencia muy complicada para los niños, niñas y adolescentes, para sus familias y para los equipos profesionales que les acompañan en su vida y en su desarrollo. Ahora que se van relajando las medidas sanitarias y que se plantea la vuelta a una “nueva normalidad”, es necesario tener en cuenta los distintos aspectos que les afectan.

UNICEF España, desde su programa de Ciudades Amigas de la Infancia, han publicado el Cuaderno para la acción en el post-confinamiento. Medidas para la creación de entornos protectores de cuidado y recreación para la infancia y adolescencia para abordar la nueva realidad desde un enfoque de derechos para cada niño, niña y adolescente. Es un honor que hayan contado la metodología de “Entornos Seguros y Protectores” que hemos desarrollado desde Espirales Consultoría de Infancia, y que además nos hayan invitado a colaborar en su aplicación a los espacios donde los niños, niñas y adolescentes van a empezar a asistir.

El documento está explicado brevemente también en esta entrada del blog de Ciudades Amigas de la Infancia, en la que se presenta de forma breve los criterios básicos para que los niños, niñas y adolescentes puedan asistir a espacios públicos y compartidos con seguridad no solo física y sanitaria, sino también a nivel emocional. Para ello es imprescindible contar con profesionales que sepan relacionarse de manera afectiva en estas situaciones, y con una especial atención a la participación, a que los niños, niñas y adolescentes puedan recibir la escucha que necesitan para contar sus vivencias y sus preocupaciones y para proponer sus ideas y sus soluciones.

Esperamos que os resulte de interés, especialmente a quienes trabajáis desde el ámbito municipal, en espacios de atención a público infantil y juvenil, pero también a las familias, para que podáis valorar los espacios a los que lleváis a vuestros hijos e hijas.

Con esperanza y consciencia,

F. Javier Romeo y Pepa Horno

Guía “La afectividad consciente como competencia organizacional en Aldeas Infantiles SOS en América Latina y el Caribe” de Pepa Horno

La guía La afectividad consciente como compentencia organizacional en Aldeas Infantiles SOS en América Latina y el Caribe, redactada por Pepa Horno, que presentamos hoy es la otra pieza clave junto con la guía La promoción de entornos seguros y protectores que difundimos hace unas semanas, del proceso organizacional impulsado por la Oficinal Regional de Aldeas Infantiles SOS en América Latina y el Caribe para generar unos estándares de calidad para la intervención con niños, niñas y adolescentes tanto en sus programas comunitarios como en los cuidado alternativo.

Los dos conceptos clave que desde Espirales CI trabajamos hace años para garantizar la protección y la plena implementación de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en el sistema de protección son los entornos seguros y la afectividad consciente.

La clave de la protección es generar los llamados “entornos seguros y protectores”, entornos donde las personas puedan llegar a desarrollarse plenamente, donde puedan ver respetados sus derechos y que estén libres de cualquier forma de violencia. De esta forma, aunque una persona quiera agredir a otra no podrá hacerlo porque el entorno no le brindará posibilidad u oportunidad para ello.

Pero para lograr generar estos entornos seguros y protectores necesitamos promover la afectividad consciente como una competencia profesional y organizacional. Un entorno solo es seguro si es un entorno afectivo. Generar un entorno seguro y protector es condición para una intervención de calidad y garante de los derechos humanos de las personas que viven en él. Esto es aplicable a:

  • Cualquier entorno de trabajo con personas, pensemos en una oficina de cualquier empresa u organización.
  • Los entornos de cuidado de personas, pensemos en hospitales o residencias.
  • Los entornos educativos como las escuelas o los centros de ocio y tiempo libre.
  • Los entornos de cuidado de personas que sufren, y sobre todo de niños, niñas y adolescentes que pueden estar sufriendo, como los hogares de cuidado alternativo o centros de protección.

Si se pretende lograr que todos estos entornos sean entornos de desarrollo pleno, respeto a los derechos humanos de quienes viven en él, y espacios de recuperación, rehabilitación o reconstrucción personal, hemos de lograr que todos ellos sean entornos cálidos y afectivos. Y esta pasa a ser una obligación profesional de aquellos profesionales responsables de ese entorno.

La afectividad en el entorno no puede depender de las características personales del profesional que esté de turno, sino que debe ser considerada como un criterio de calidad del trabajo que allí se desarrolla. No hablamos de una opción personal, sino de una obligación profesional. Y ese es el cambio de mirada que se propone que implica un reto profesional y organizacional.

Por eso la competencia de la que hablamos no es solo “la afectividad”, que puede surgir de forma natural entre dos personas, sino “la afectividad consciente”, que es la competencia que pone en marcha cada profesional cuando comprende que debe optimizar la relación humana en su trabajo y generar un entorno seguro y protector desde el que la gente que está a su cargo (bien el equipo humano que dirige o bien las personas que ese equipo tiene a su cuidado) pueda desarrollar un trabajo de calidad y de mayor eficacia y rendimiento. La eficacia en un entorno de cuidado viene medida por la mejora o recuperación de las personas que se tienen a cargo. En una organización como Aldeas Infantiles SOS, que trabaja desde un enfoque de derechos del niño, la eficacia de su trabajo viene medida por la plena implementación de los derechos de los niños, niñas y adolescentes que tiene a su cargo, como la protección, su desarrollo pleno o la educación, entre otros.

De ese modo la afectividad consciente lleva al profesional a poner consciencia en la relación humana, y sistematizar en los pequeños detalles cotidianos esa calidez y seguridad necesarias para que las personas trabajen de forma eficiente, si es un responsable de equipo, o para que las personas puedan desarrollarse plenamente, si es un responsable educativo o de un entorno de cuidado.

La afectividad pasa a ser una competencia profesional que ha de ser tenida en cuenta en los procesos de selección de personal de aquellos profesionales que vayan a asumir el liderazgo de equipos humanos o roles de cuidado de otras personas. Una competencia que ha de promoverse internamente como característica de los entornos de trabajo de una organización o institución generadora de un clima laboral positivo. Y una competencia que debe considerarse un criterio de calidad técnica profesional y como tal debe ser evaluada en los procesos de promoción interna o evaluación de desempeño.

El trabajo con personas, y la mayoría de los roles profesionales lo son, se desarrolla no solo desde el conocimiento técnico sino desde la relación humana. Y esta relación debe ser incorporada conscientemente al desarrollo profesional de los equipos. Especialmente cuando se trata de entornos de cuidado.

La guía que presentamos hoy recoge la definición de la afectividad consciente como competencia profesional, las habilidades que se incluyen en su desarrollo, así como técnicas concretas de selección de personal y evaluación de desempeño para su implementación en cualquier entorno laboral. Está desarrollada específicamente para los programas de Aldeas Infantiles SOS en la región de América Latina y el Caribe, pero cuando la leáis veréis que puede trasladarse a cualquier entorno profesional.

Quiero aprovechar para dar las gracias a la oficina regional de América Latina y el Caribe de Aldeas Infantiles SOS por la confianza puesta en mí para este proceso y a todos los responsables de la red regional de recursos humanos y de protección sin cuyos aportes hubiera sido imposible realizar esta guía.

Como veréis al leerla, el simple hecho de poner consciencia en la dimensión relacional del trabajo profesional contribuye a transformarlo e incrementar su calidad técnica y su eficacia.

Espero que os resulte de utilidad.

Pepa Horno


Actualización a 21 de diciembre de 2018

Ahora disponible en inglés / Now available in English: Conscious affection as an organizacional competence at SOS Children´s Villages in Latin America and the Caribbean.

Entrevista a Pepa Horno sobre violencia infantil en España para UNICEF Comité Español

Hace unos días el UNICEF Comité Español me ofreció la oportunidad de participar en un Facebook Live en su página web cuyo vídeo está teniendo una difusión muy grande estos días.

La temática era sobre la violencia infantil en España y la necesidad surgía de la alarma social creada por los últimos casos de agresiones cometidas por adolescentes en nuestro país.

Este es el vídeo por si queréis verlo. Es algo largo, dura cuarenta minutos. Tal y como dije antes de que tuviera lugar, la violencia infantil en España es un tema doloroso, complejo y delicado y es necesario tratarlo con la extensión que merece para que no quede reducido a una serie de titulares reduccionistas, y como tales falsos en cualquiera de sus sentidos.

Junto con el vídeo, quería también difundir las fuentes de donde surgieron los datos que mencioné. Las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística sobre defunciones de niños, niñas y adolescentes en 2016. Por otro lado, el estudio sobre polivictimización de niños, niñas y adolescentes en el sistema de protección y reforma de Noemí Pereda, Judit Abad y Georgina Guilera de 2014, “Victimización en jóvenes de protección a la infancia y la adolescencia y de justicia juvenil”.

Llevo más de veinte años trabajando en esta temática y he visto el cambio social que se está dando hacia esta problemática, que supone uno de los rostros más dolorosos del ser humano. La violencia contra los niños, niñas y adolescentes y la que ellos mismos ejercen nos genera miedo, cuestiona nuestra seguridad básica, esa sensación que todos necesitamos tener de que estamos a salvo, de que la gente que amamos está a salvo, y sobre todo, de que nuestros niños y niñas están a salvo. A salvo de ser víctimas de una agresión y a salvo de agredir a otra persona, sea otro niño o niña o un adulto.

A mí misma me sucede. Cada vez que me entrevistan vuelvo a mirar las estadísticas. Y las cifras son tan brutales, y año tras año tras año siguen sin ser atendidas, que yo misma me obligo a no mirar demasiado las estadísticas. Mirarlas me provoca el mismo dolor de tripa con el que me acosté la noche anterior a este vídeo, las mismas lágrimas, el mismo dolor. El mismo, no. Más. Porque llevamos muchos años sabiendo lo que tenemos que hacer sin hacerlo. Muchos años permitiendo muertes de niños, niñas y adolescentes. Muchos años mirando hacia otro lado.

Esto no es nuevo, el ser humano mira hacia otro lado muy a menudo ante lo que le confronta con su fragilidad y con su miseria. Miramos a otro lado cuando son los niños y niñas de otros más fácilmente que cuando son los nuestros. Pero lo hacemos. Lo hacen los gobernantes, lo hacen los políticos, pero lo hacen también los que definen los currículos académicos de las profesionales relacionadas con niños que siguen sin cambiarlos para incluir en los programas académicos el maltrato de forma que la gente que debe detectarlo: médicos, maestros, psicólogos, trabajadores sociales, educadores sociales… sepan cómo hacerlo. Lo hacen todos y cada uno de los profesionales que saben, intuyen o tienen la certeza y miran para otro lado. Lo hacemos las familias cuando decidimos no hablar de ello a nuestros hijos e hijas. Lo hace cada ciudadano que oye, intuye, mira y decide no denunciar.

Y año tras año sigo mirando una sola cifra. No voy siquiera a las cifras grandes, voy a la pequeña y más extrema. Voy a los asesinatos y suicidios de niños, niñas y adolescentes. En 2016, 17 niños y niñas asesinados en homicidios y 70 que se han suicidado. Y cada cierto tiempo cuando me dan la oportunidad como me la dieron aquí, salgo públicamente y lo digo, con una mezcla de congoja, llanto y grito.

Porque es verdad que han cambiado muchísimo las cosas, y a mucho mejor. Es innegable el avance social ante este tema, el cambio de actitud y la visibilidad que está teniendo. Son reales los recursos destinados a abordarlo, el avance de los recursos especializados para atender a los que son víctimas de maltrato, a los adultos que lo fueron de niños y siguen sufriendo por ello y a los niños, niñas y adolescentes que agreden a otros. El avance es innegable y da sentido a lo que hacemos muchos otros y yo.

Pero se nos siguen muriendo. En un año 87. 87. Y ni siquiera conocemos las caras de muchos de ellos. Ni sus nombres. Ni su dolor. Y no son más que el extremo de un dolor indescriptible que anida en los que sí sobrevivieron, los niños y niñas que siguen sobreviviendo y los niños y niñas que viven aún temblorosos en el alma de tantos y tantos adultos que trabajan y viven con nosotros.

Y cuando la noche anterior miraba las cifras y la rabia y la angustia se apoderó de mí, el dolor por ese dolor invisible dentro de nuestra propia casa, volví otra vez a una promesa que me hice hace mucho tiempo: seguiré gritando sus nombres.

Pepa Horno

Pd. Si alguien quiere saber más sobre esta temática, dejo aquí enlazadas varias entradas de blog que escribimos hace tiempo sobre la temática. Por un lado, el análisis político sobre la situación de la violencia contra la infancia en España que publicamos cuando se creó en el 2014 la subcomisión sobre violencia contra la infancia en el Congreso de los Diputados. Por otro, un post que publiqué en el blog de No me pidan Calma que llamé Contabilizar nuestros muertos sobre el número de muertes violentas de niños, niñas y adolescentes en nuestro país. Y otra entrada que publicamos sobre la importancia de dar voz a las víctimas. Y por último, la guía mencionada que elaboramos para UNICEF Comité Español en su programa de Ciudades Amigas de la Infancia con iniciativas que los municipios pueden desarrollar para abordar esta problemática.

Investigación y guía de buenas prácticas sobre acogimiento familiar y residencial elaboradas para UNICEF Comité Español

Dentro del trabajo que realizamos en Espirales Consultoría de Infancia hay proyectos que adquieren profundidad y un significado especial para todo el equipo. Estos dos documentos que presentamos hoy son uno de ellos.

Un lugar donde quedarse. Atención a niños, niñas y adolescentes en acogimiento en el sistema de protección en España es el resumen ejecutivo de la investigación cualitativa que hemos realizado desde febrero a julio de 2017 para UNICEF Comité Español sobre la situación del acogimiento familiar y residencial . Aparte de ciertos aspectos a nivel estatal, la investigación se centró en nueve comunidades autónomas: Andalucía, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla y León, Cataluña, Comunidad de Madrid, Galicia y País Vasco. Estas comunidades fueron elegidas como muestra representativa del estado por dos criterios: por su representatividad poblacional y por el número de niños, niñas y adolescentes en acogimiento en su territorio.

En cada comunidad se realizó un análisis de los datos estadísticos, los presupuestos, el marco legislativo y la documentación disponible en las páginas web de las administraciones correspondientes. Asimismo, se entrevistó a las administraciones responsables, a profesionales del sistema de protección, expertos académicos y a entidades colaboradoras, así como a instituciones responsables de la vigilancia del cumplimiento de los Derechos del Niño a nivel estatal y en los distintos territorios. En total se entrevistó a 160 personas.

Asimismo, se realizó un trabajo de campo consistente en la visita a un mínimo de dos centros de protección en cada comunidad autónoma, con un grupo focal con los niños, niñas y adolescentes residentes en cada centro y un grupo focal a familias acogedoras del programa de acogimiento familiar de cada comunidad. La guía recoge testimonios de estas entrevistas y grupos focales.

Uno de los dos objetivos de esa investigación era identificar referentes de buena práctica y establecer recomendaciones de mejora de la atención a los niños, niñas y adolescentes en acogimiento familiar y residencial en España. Para ello elaboramos el segundo documento que presentamos hoy El acogimiento como oportunidad de vida. Esta guía, como dice su subtítulo, es una guía de “Referentes de buena práctica y recomendaciones para una atención idónea a los niños, niñas y adolescentes en acogimiento familiar y residencial”. Recoge todos los modelos de buena práctica identificados en las diferentes comunidades autónomas, así como un marco de trabajo de referentes de buena práctica que puedan guiar la mejora de la atención en acogimiento familiar y residencial.

Este trabajo fue realizado por el equipo de Espirales Consultoría de Infancia, Pepa Horno Goicoechea y F. Javier Romeo Biedma, junto con Áurea Ferreres Esteban, Lourdes Juan Torres, Hernán Valobra Marchi e Itziar Fernández Cortés. Vaya desde aquí nuestro reconocimiento y profundo agradecimiento a todos ellos sin quienes este trabajo habría sido imposible de realizar, no solo por su envergadura sino por lo sensible de su contenido y la realidad que se analizaba. Queremos también agradecer al Equipo de Incidencia Política y Estudios de UNICEF Comité Español su confianza en nosotros y la claridad de su opción al visibilizar un tema tan necesario como escasamente atendido hasta ahora.

Pero también queremos desde aquí dar las gracias a cada una de las personas que colaboró e hizo posible este trabajo. A las administraciones públicas y sus responsables técnicos que nos apoyaron y colaboraron en su realización, a cada uno de esos 160 profesionales que entrevistamos, a cada familia de los grupos focales que brindó testimonio valiente y honesto de su proceso como familias acogedoras y sobre todo, a todos y cada uno de los niños, niñas y adolescentes que nos dijeron en los grupos focales: “Cuenta esto”. Lo contamos lo mejor que pudimos y supimos, y esperamos que todos ellos así lo sientan.

A partir de aquí, ahora que el trabajo está publicado, sólo nos queda desear que sea una herramienta útil para la mejora de la atención a los niños, niñas y adolescentes en acogimiento familiar y residencial en España.

Pepa y Javier

Informe “Son niños y niñas, son víctimas” sobre trata infantil en España

El miércoles pasado tuve el honor de asistir a la presentación del informe Son niños y niñas, son víctimas. Situación de los menores de edad víctimas de trata en España, realizado por el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid (las autoras son María José Castaño Reyero y Ana Pérez Adroher) con la colaboración de UNICEF Comité Español.

Desde Espirales CI damos la bienvenida a este documento que combina tres elementos básicos.

Por un lado, es una llamada de atención a la sociedad a todo tipo de profesionales sobre esta temática tan invisible. Fue una satisfacción ver a profesionales con tanta implicación en este ámbito, y ver también cómo este problema ha aparecido en diversos medios de comunicación. Queda mucho trabajo por delante, pero nombrar las cosas es un primer paso.

Por otro lado, el documento ofrece una conceptualización muy completa de la casuística los niños, niñas y adolescentes víctimas de trata en España: mayoritariamente chicas adolescentes para la explotación sexual, pero también chicos, y niños y niñas de menor edad, y explotación laboral, mendicidad, y matrimonios forzosos. Y, muy interesante, los hijos e hijas de mujeres víctimas de trata, que a veces son rehenes de las organizaciones criminales, tanto aquí en España como en sus países de origen, y que sirven para ejercer el control sobre sus madres.

Por último, cinco conclusiones que son cinco pasos a dar a partir del informe:

  • Que los hijos e hijas de mujeres víctimas de trata sean considerados también víctimas de trata (con todos sus derechos de protección especial).
  • La necesidad de que los niños y niñas víctimas de trata sean identificados, prioritariamente, como niños y niñas, con todos los derechos que les están reconocido como tales.
  • La importancia de la creación de un registro de coordinación de todas las víctimas de trata a nivel estatal.
  • La urgencia de que existan recursos específicos para niños, niñas y adolescentes víctimas de trata, que no pueden ser de protección general, porque las redes de trata los localizan y los recuperan.
  • La formación de profesionales que tienen contacto con niños, niñas y adolescentes víctimas de trata (desde Espirales CI hemos impartido ya varias formaciones al respecto, y ofrecemos recursos en las entradas de blog sobre la temática de la trata).

También han creado un vídeo que resume algunas conclusiones principales de forma breve, para un difusión rápida.

Felicitamos pues a todas las entidades y personas que han hecho posible la aparición de este informe y recomendamos su lectura detallada.

F. Javier Romeo

“Los municipios ante la violencia entre niños, niñas y adolescentes”, guía de actuación para los municipios de UNICEF Comité Español

La violencia entre niños, niñas y adolescentes es una problemática que está siendo mayoritariamente abordada como un problema escolar y a menudo también como un sufrimiento que afecta solo a las familias directamente implicadas. Sin embargo, esta concepción es muy limitada. La violencia entre niños, niñas y adolescentes es un problema que afecta a toda la comunidad, que trasciende a la escuela y que tiene lugar en todos los ámbitos de convivencia entre niños, niñas y adolescentes. Una violación de los derechos de los niños, niñas y adolescentes residentes en los municipios ante la que los municipios han de asumir su parte de responsabilidad a través de un rol activo en la prevención, detección y coordinación de la actuación ante la problemática.

unicef_municipios_ante_la_violenciaPor eso hoy estoy feliz de poder difundir la guía Los municipios ante la violencia entre niños, niñas y adolescentes. Guía de actuación ante las diferentes formas de violencia entre niños, niñas y adolescentes en el ámbito municipal que hemos elaborado Áurea Ferreres y yo para UNICEF Comité Español en su programa Ciudades Amigas de la Infancia.

La guía se elaboró con tres objetivos básicos:
1. Lograr que se visibilice la violencia entre niños, niñas y adolescentes como un problema comunitario, no solo escolar.
2. Promover un rol activo y responsable de los municipios en el diseño de estrategias de prevención y detección eficaces.
3. Visibilizar las diferentes manifestaciones de la violencia entre niños, niñas y adolescentes.

La idea fue elaborar una herramienta breve y útil que brinde al personal técnico que trabaja en los municipios en cualquiera de los ámbitos relacionados con infancia y adolescencia un marco de actuación para el diseño de acciones de prevención, detección y actuación ante la violencia entre niños, niñas y adolescentes.

La guía recoge enlaces a materiales de referencia y experiencias de buena práctica que ya se están desarrollando en otros municipios y que pueden servir de referencia para impulsar nuevas acciones en otros municipios, así como entrevistas con algunos actores clave.

Es, por lo tanto, un material que pretende ante todo ser útil y eficaz. Desarrolla los contenidos clave a trabajar en la prevención, así como las acciones más importantes a impulsar en los municipios tanto en la prevención como en la detección de los casos de violencia entre niños, niñas y adolescentes.

entrevista_unicef_pepa_horno_2016La guía está disponible en tu totalidad a en la web del programa Ciudades Amigas de la Infancia de UNICEF. Esperamos que su contenido, así como la entrevista que acompaña su presentación os resulten útiles.

Quiero agradecer a UNICEF Comité Español y a su equipo la confianza depositada en nosotras para la realización de este trabajo. Gracias por una propuesta que detecta una necesidad a la que hemos tratado de dar una respuesta de calidad. Y gracias a las personas que contribuyeron a él con sus conocimientos en las entrevistas realizadas en el marco del proyecto, así como a Carlos Becedóniz por su revisión.

No siempre el trabajo que hago y hacemos tiene un reflejo tan concreto y tan visible. Solo espero que contribuya a su fin último: transformar los municipios en espacios afectivos y protectores para los niños, niñas y adolescentes que viven en ellos. Lugares donde no tengan miedo ni necesiten esconderse ni ocultarlo, donde puedan pedir ayuda porque haya una red tejida a su alrededor de familias y profesionales conscientes, formados y dispuestos a actuar y no mirar para otro lado.

Pepa Horno

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