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Etiqueta: incidencia política

Estrategia de Erradicación de la Violencia sobre la Infancia y Adolescencia

Portada de la Estrategia de Erradicación de la Violencia sobre la Infancia y Adolescencia, con una imagen de un rostro infantil, el título del documento y el logotipo del Gobierno de España y del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030El cambio más importante que se ha producido en los últimos años en nuestro país respecto a la violencia contra la infancia y adolescencia ha sido el cambio de percepción de la sociedad sobre la problemática que ha llevado, entre otras cosas, a convertirla en una prioridad en la agenda política. La violencia contra niños, niñas y adolescentes ha pasado de ser percibida como un problema de dimensión reducida y limitada a determinadas realidades socioeconómicas a ser reconocida como lo que es: un problema social al que urge dar una respuesta eficaz, rigurosa y coordinada.

Pepa Horno y F. Javier Romeo, del equipo de Espirales Consultoría de Infancia, conjuntamente con Elda Moreno, hemos tenido el privilegio de elaborar el documento base de la Estrategia de Erradicación de la Violencia sobre la Infancia y Adolescencia del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 que se ha presentado hoy, 16 de noviembre de 2022, en Madrid. Contamos para ello también con la colaboración de un comité de especialistas en infancia al que, desde aquí, queremos reiterar nuestro agradecimiento porque nos permitió revisar la adecuación, pertinencia y ambición de las diferentes medidas que proponíamos, así como todas las entidades públicas y privadas que han participado en los distintos procesos.

Esta Estrategia recoge las actuaciones que han de desarrollarse en los próximos años a nivel estatal si se pretende lograr la erradicación de la violencia contra los niños, niñas y adolescentes. Estas actuaciones se estructuran en torno a cinco áreas estratégicas:

  • Área uno: Garantizar el conocimiento de la realidad de la violencia contra la infancia y adolescencia necesario para desarrollar estrategias de actuación eficaces y ajustadas a la misma.
  • Área dos: Crear una cultura de buen trato y tolerancia cero ante la violencia contra la infancia y adolescencia.
  • Área tres: Garantizar que los entornos donde convivan y se relacionen niños, niñas y adolescentes sean entornos seguros.
  • Área cuatro: Garantizar una atención especializada y multidisciplinar a los niños, niñas y adolescentes que han sufrido o ejercido violencia.
  • Área cinco: Garantizar un abordaje multidisciplinar y coordinado de la violencia contra la infancia y adolescencia.

Cada una de esas áreas incluye diferentes medidas para garantizar su implementación, junto con sus agentes responsables e indicadores de evaluación correspondientes.

Este documento pretende generar un marco de trabajo general en el que se pueden englobar las diferentes actuaciones que las administraciones locales, autonómicas y estatales, así como las diferentes agentes sociales como entidades, asociaciones, empresas o ONG decidan emprender. De esa forma las actuaciones tendrían coherencia y lograrían dar respuesta a las carencias más importantes identificadas a día de hoy en el abordaje de la violencia contra la infancia y adolescencia. Incluye las actuaciones contempladas en la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia (LOPIVI) en España (cuyo desarrollo está comentado en una entrada anterior de este blog), pero va más allá. Tal y como se menciona en el mismo documento, “esta estrategia aspira a fortalecer el trabajo de prevención de todas las formas de violencia, mejorar la detección e intervenir tempranamente desde un enfoque integral y multidisciplinar” (pág. 9).

Para el equipo de Espirales CI es un privilegio cuando se nos permite realizar propuestas técnicas y de enfoque político de las problemáticas que trabajamos. Por eso no queremos dejar de dar las gracias a la Dirección General de Derechos de la Infancia y la Adolescencia por haber contado con nuestro trabajo para elaborar un documento que puede ser una referencia para quienes decidan abordar esta problemática. Gracias al Comité de Especialistas que nos ayudó a configurar su contenido, a los niños, niñas y adolescentes miembros del Consejo Estatal de Participación de Infancia y Adolescencia (CEPIA) que participaron en el proceso ajustando su enfoque y enriqueciendo su contenido y a todos los miembros del Observatorio de Infancia que realizaron aportes clave a la hora de las medidas necesarias para su implementación. Pero queremos dar las gracias especialmente a Elda Moreno, que aceptó con su generosidad habitual ser parte de nuestro equipo de trabajo en este proyecto. Desde la misma filosofía de Espirales CI creemos en promover el trabajo en red, y trabajar este propuesta técnica conjuntamente con ella ha sido un aprendizaje impagable.

A partir de esta propuesta, solo nos queda esperar la respuesta clara, valiente y comprometida por parte de cada uno de los agentes sociales y administraciones implicadas. La respuesta que merece el sufrimiento de los niños, niñas y adolescentes que están padeciendo alguna forma de violencia, así como el niño o niña interior que permanece dentro de aquellas personas adultas que sufrieron violencia de diversos modos en su infancia y adolescencia y no recibieron la respuesta social y política que merecían. Se lo debemos.

Pepa Horno y F. Javier Romeo

Artículo “Individuo, comunidad y sistema” de Pepa Horno en “Renovando desde dentro”

Viajar abre el alma. Esta es una certeza compartida por mucha gente. En mi vida, viajar ha sido además una vocación en cierto modo y, desde luego, un privilegio y una enseñanza. Durante unos años viajé por todo el mundo (casi cuarenta países de cuatro continentes) dando formaciones a profesionales que, de un modo u otro, trabajaban para la prevención y erradicación de la violencia contra los niños, niñas y adolescentes. Trabajé con profesionales del ámbito educativo, social y sanitario, con periodistas y legisladores, etc. Y lo sigo haciendo a día de hoy.

Y mi trabajo tiene una característica diferente a otro tipo de viajes. En los talleres, las formaciones me encuentro hablando con la gente de sus familias, el modo en que les criaron, su forma de ver la vida o sobre si pueden abrazar o acariciar a sus bebés, entre otras mil pequeñas cosas. Hablamos de sus figuras parentales y de sí mismos como madres y padres. No es un contenido teórico, porque no puede serlo si quiero que esa formación resulte eficaz. O convierto el contenido en vivencia y logro que las personas enlacen con su “niño o niña interior” o no voy a lograr el objetivo que persigo.

Y desde ese conocimiento de las comunidades donde trabajo y de los países que visito, he ido construyendo algunos esquemas técnicos que me han servido muchísimo en mi trayectoria profesional. Este mes en el artículo “Individuo, comunidad y sistema” con el que contribuyo a “Renovando desde dentro”, he querido desarrollar uno de esos esquemas. Aquí podéis acceder a él y descargarlo para su lectura.

El esquema es sobre los tres pilares que son necesarios para que una sociedad se desarrolle plenamente: el individuo, la comunidad y el sistema. Y sobre qué es lo que ocurre cuando sacrificamos o dejamos caer cualquiera de esos tres pilares. Los necesitamos los tres para desarrollarnos sanos como personas y como sociedades. Y, sin embargo, cuando viajas por el mundo puedes ver cómo en diferentes regiones se ha sacrificado uno de esos pilares. Y cómo los tres pilares se interrelacionan entre sí en juegos de poder que pueden llegar a ser muy destructivos.

Este esquema lo he usado para desarrollar y evaluar programas de intervención, para evaluar sistemas, especialmente el sistema de protección en diferentes países, para realizar análisis de riesgos en diferentes contextos y para la misma comprensión del ser humano. Por eso he querido escribirlo y compartirlo. En la línea de siempre de la filosofía de Espirales CI de generar redes y promover criterio técnico me pareció que podía ser útil compartirlo. Porque a mí me ha servido mucho, porque siento que es potente y puede ser útil a mucha gente. Espero no equivocarme.

Pepa Horno

Artículo “La protección a la infancia y la adolescencia en la Comunidad de Madrid: más retos y mayor complejidad” de Pepa Horno para UNICEF Comité de Madrid

Hoy se da a conocer el artículo “La protección a la infancia y la adolescencia en la Comunidad de Madrid: más retos y mayor complejidad” escrito por Pepa Horno en la publicación de UNICEF Comité Madrid La Agenda 2030 en clave de infancia en la Comunidad de Madrid. Propuestas para la acción, un análisis del Objetivo de Desarrollo Sostenible 16, “Promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas” en su Meta 16.2, “Poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños [niñas y adolescentes]”.

Supone una revisión de los retos que se habían identificado en 2018 en la Comunidad de Madrid y tres grandes líneas de mejora: la intervención en violencia y salud mental infantojuvenil, la necesidad de reconstruir redes y la adecuación del marco normativo. Con todo esto, el artículo concluye con las siguientes palabras (pág. 43):

“La situación actual de la protección a la infancia y adolescencia en la Comunidad de Madrid, comparada con la del año 2018 cuando se publicó el informe de UNICEF, se ha vuelto más difícil de abordar, tanto por su complejidad como por su gravedad. Y más teniendo en cuenta que, en muchos de los aspectos concernientes a la protección de la infancia y la adolescencia, aún no se dispone de datos oficiales posteriores a la crisis sanitaria del COVID 19. Como se ha tratado de exponer, los factores que explican esta mayor complejidad son diversos y de diferentes ámbitos. Pero es responsabilidad de las instituciones tratar de dar una respuesta eficaz y clara si se quieren cumplir, al menos en su mayor parte, las metas marcadas en la Agenda 2030”.

Documento “Escuchando lo hacemos mejor. Participar en la construcción del modelo de protección a la infancia y la adolescencia en Gipuzkoa”

Portada de "Escuchando lo hacemos mejor. Participar en la construcción del modelo de protección a la infancia y adolescencia en Gipuzkoa", que tiene el título y el subtítulo y debajo la imagen de unos pies infantiles a la orilla del mar, tocados por una ola, con un corazón trazado en la arena.En los últimos años, cada vez son mayores los regalos que voy recibiendo en el trabajo. Soy consciente de mi inmenso privilegio. Pienso en las redes que hemos generado con el paso de los años; los resultados que, poco a poco, van llegando del trabajo realizado de sensibilización y prevención; los cambios normativos e institucionales que van tomando forma…

Pero sigue siendo muy poco habitual encontrarte un equipo humano como el de los responsables del Servicio de Protección a la Infancia y la Adolescencia de la Diputación de Gipuzkoa. Profesionales que, a pesar de ser conscientes de tener un modelo sólido de intervención que es referente en el resto del territorio español, te llaman para que les ayudes a mejorar, a revisar su trabajo desde una perspectiva crítica. Personas que cuando les confrontas con algunas incoherencias las asumen desde una actitud de: “Tienes razón, entonces, ¿cómo cambiamos esto?”.

Noticia de la página web de la Diputación de Gipuzkoa, con la Diputada de Políticas Sociales, Maite Peña, y con la consultora Pepa HornoMe parece fundamental señalar esto antes de hablar del documento Escuchando lo hacemos mejor. Participar en la construcción del modelo de protección a la infancia y adolescencia en Gipuzkoa que se ha presentado hoy (hemen euskaraz) como resultado del proceso de revisión del sistema de protección a la infancia y adolescencia en Gipuzkoa, que se ha realizado con los niños, niñas y adolescentes que atiende la Diputación de Gipuzkoa en sus diferentes programas así como con sus familias. Y digo que es fundamental porque sin esa actitud de revisión crítica y aprendizaje por parte de los responsables técnicos y políticos, sin esa apertura a las propuestas técnicas desde un posicionamiento en absoluto defensivo del trabajo que se desarrolla y sin ese propósito de legitimidad y coherencia todo este proceso hubiera sido imposible. Y no solo el proceso, sino los cambios que de él se van a derivar.

El objetivo inicial fue validar el documento de principios marco de actuación del Servicio de Protección a la Infancia y la Adolescencia de la Diputación de Gipuzkoa. La idea era revisar los principios técnicos que guiaban la toma de decisiones en los distintos programas del Servicio para tratar de dar coherencia a las actuaciones. Pero esa revisión se pensaba realizar solo con los profesionales. Y ese fue el primer cambio. Abrir el foco y plantear una revisión del documento con sus beneficiarios finales: los niños, niñas y adolescentes y sus familias. Esta revisión se ha realizado en torno a un proceso de grupos focales en los que han participado el 10% de los niños, niñas y adolescentes con los que trabaja el Servicio de Protección a la Infancia y Adolescencia de la Diputación de Gipuzkoa en sus diferentes programas. Los grupos focales se desarrollaron con una metodología común y unos facilitadores con experiencia y que recibieron la formación necesaria. Desde Espirales Consultoría de Infancia desarrollamos la metodología y el análisis y sistematización de los resultados, tanto de los grupos focales de niños, niñas y adolescentes como de los grupos de familias.

El documento Escuchando lo hacemos mejor. Participar en la construcción del modelo de protección a la infancia y adolescencia en Gipuzkoa es el resultado de este proceso. En ese documento se recoge el análisis de los resultados en lo concerniente a la revisión del documento de principios marco, pero sobre todo a la intervención que realiza el servicio en sus programas. Incluye también la versión final del documento de principios marco, tal y como quedó después de introducir los cambios demandados por los profesionales, los niños, niñas y adolescentes y las familias. Y por último las versiones adaptadas de los resultados que se desarrollaron tanto para los niños, niñas y adolescentes como para sus familias.

No puedo sino recomendar con vehemencia a todos los responsables del sistema de protección a la infancia y adolescencia en las diferentes Comunidades Autónomas y en otros niveles competenciales y a los profesionales del sistema de protección en toda su amplitud que lean el documento. Habla de la realidad del sistema en Gipuzkoa, pero habla de mucho más. Tanto el modo como se ha realizado como su propósito son experiencias únicas en el territorio español. Sin embargo, las conclusiones, en mi experiencia, son en gran medida extrapolables a todo el territorio estatal.

Y para acabar voy a dejar solo algunos ejemplos de las cosas que han dicho los niños, niñas y adolescentes. Hablan por sí mismas.

Sobre la afectividad como condición para la intervención, como competencia profesional obligada:

  • Si no nos tratan con afecto, nos entra miedo y lloramos”.
  • “Es necesario que nos traten bien porque son ellos los que nos tienen que proteger”.
  • “Más les vale tener afectividad, empatía, respeto y sobre todo paciencia. Porque como la caguéis, nos cerramos en banda y a ver de dónde tiráis para empezar con la intervención”.

Sobre la necesidad de promover el protagonismo infantil y adolescente en la toma de decisiones del sistema:

  • Porque es nuestra vida y tenemos que sentirnos y ser lo más importante, ¿no?”.
  • “Es mi vida y mi propio camino”.
  • “Muchas veces no nos cuentan, a medias, poco o nada. Que nos enteremos y no nos vengan contando por piezas”.
  • “Propongo como principio nuevo el derecho a no contar mi historia”.

Sobre la necesidad de incorporar a las familias de los niños, niñas y adolescentes en la toma de decisiones del sistema, sin juzgarlas ni condenarlas:

  • “La familia puede ser mochila pero también pilar”.
  • Porque todos tenemos personas muy importantes aunque no vivamos con ellos”.
  • “No es natural, a determinada edad, supervisar las visitas con las familias. Es importante tener en cuenta la necesidad del niño en cada momento ya que todos los niños no necesitan lo mismo”.

Hay mucho más en el documento. Creo que merece lectura. Aquí está en sus dos versiones, en castellano y en euskera:

Gracias de corazón a los responsables del Servicio de Protección a la Infancia y la Adolescencia de la Diputación de Gipuzkoa por dejarme acompañarles en este proceso. Ha sido un regalo inmenso y reitera mi confianza en que es posible realizar procesos de evaluación legítimos y eficaces del funcionamiento del sistema de protección a la infancia y adolescencia en sus diferentes niveles.

Y, a partir de aquí, quien quiera escuchar que escuche.

Pepa Horno

Publicación “Voces para el cambio. Guía metodológica para realizar consultas a niños, niñas y adolescentes que se encuentran en acogimiento residencial” por Pepa Horno y F. Javier Romeo para UNICEF España

Portada de la guía "Voces para el cambio", por Pepa Horno y F. Javier Romeo, para UNICEF España

La modificación que se realizó de la Ley de Protección a la Infancia en España con la aprobación de la ley 16/2015, reforzada después por la Ley 8/2021, de 4 de junio, de Protección Integral a la Infancia y Adolescencia frente a la violencia supone todo un reto para el sistema de protección en muchos sentidos. Pero hay uno especialmente relevante: garantizar la plena implementación del derecho a la participación de los niños, niñas y adolescentes bajo medidas de protección. Un reto en el que se han realizado avances muy significativos en los últimos años, pero que está lejos aún de ser una realidad.

La guía Voces para el cambio. Guía metodológica para realizar consultas a niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial, publicada por UNICEF España, pretende ser un instrumento metodológico para lograr ese reto. Su objetivo es proponer una metodología para realizar consultas con niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial. Una metodología que contempla las especificidades de esta población de cara a garantizar procesos participativos legítimos, significativos y protectores. Una metodología que plantea las consultas como un elemento más en un proceso de transformación interna de los hogares de protección hasta llegar a implementar un mayor grado de protagonismo de los chicos y chicas sobre sus propias vidas. Y una metodología que luego puede ser adaptada a diferentes objetos de consulta.

Pero ante todo pretende brindar una herramienta a los profesionales, entidades e instituciones del sistema de protección que decidan evaluar su trabajo para incrementar su rigor y su calidad. Los niños, niñas y adolescentes son los destinatarios del trabajo del sistema de protección. Por lo tanto, cualquier proceso de evaluación, mejora o calidad que se quiera impulsar no será legítimo si no parte de la evaluación de necesidades y propuestas de mejora que los propios niños, niñas y adolescentes realicen.

A veces no se pregunta porque no se sabe cómo. A veces porque se tiene miedo a la respuesta. La guía que hemos elaborado Pepa Horno y F. Javier Romeo pretende eliminar el primero de los dos obstáculos. Vencer el segundo es ya una decisión institucional y profesional del sistema de protección en cada comunidad autónoma, y del equipo directivo y educativo de cada hogar de protección.

Aquí tenemos la grabación de la sesión:

Esperamos que la guía sea de utilidad y encontrarnos en la presentación.

Pepa Horno y F. Javier Romeo

“Perdir perdón por no saber mirar y no querer ver” artículo de Pepa Horno para el programa BBK Family

Imagen del artículo en el blog de BBK FamilyEl artículo que me plantearon desde BBK Family era todo un reto. Hablar del perdón que como familias podemos pedirles a las víctimas de abuso sexual infantil, a los niños, niñas y adolescentes que lo están viviendo y no sabemos detectar aún, y al niño o niña interior que vive dentro de tantos hombres y mujeres a los que la sociedad no supo ver, a los que llamó enfermos, locos y mentirosos; enfermas, locas y mentirosas.

He tratado de hablar sobre esa sensación de temblor, de vacío, de fragilidad que nos invade cuando empezamos a ser conscientes de algo que hemos negado, minimizado o incluso ridiculizado. Y eso nos está ocurriendo como sociedad con la violencia contra la infancia y especialmente con el abuso sexual infantil.

Desde Espirales CI hemos hablado mucho de este tema, de cómo el cambio social es una realidad, de que la impunidad de los agresores y agresoras está empezando a disminuir y de cómo ese es el camino realmente eficaz para acabar con cualquier forma de violencia. No son las estrategias que ponemos en marcha con las víctimas ni con quienes agreden, sino la generación de un entorno seguro y protector creado por las personas que lo presencian o lo intuyen y deciden actuar. Es el silencio el que hace posible el trauma, como dice Begoña Aznárez, y acabar con ese silencio es condición imprescindible para erradicar la violencia.

Pero para romper ese silencio, la sociedad, las familias hemos de hacer un proceso de consciencia que duele. Ese proceso por el que docentes, cuando los formas, ponen nombres y apellidos, y sobre todo ponen cara a lo que les explicas. “Pero yo tuve un niño así el año pasado en clase“, “Eso lo hacía aquella niña…”. Ese proceso que hacen los vecinos y las vecinas cuando se descubre que un niño o niña ha sido abusado, o aparece asesinado, los que le vieron jugar en el parque, los que sus hijos compartían clase con él o con ella. Y pensamos en esa mirada triste, en aquellas ojeras, en aquella niña que vivía en un centro de protección y los educadores veían cómo siempre temblaba cuando se cerraba una puerta. La misma niña que les insultaba y decía “pasar de ellos”. Y en tantos otros rostros que empezamos a ver al aprender a mirar.

Pedir perdón supone honrar y nombrar el dolor de quien ha sufrido. Darle un nombre lo hace real. Por eso es necesario y legítimo. Y conlleva un compromiso. Una opción que no siempre llega, pero que como sociedad necesitamos para romper el silencio.

Hace años publiqué un artículo aquí en el que hablaba de dos fases del perdón: la integración afectiva de la experiencia vivida, su aceptación, y una segunda, la reconstrucción del vínculo. La primera es parte del proceso de duelo y recuperación. La segunda es una opción personal que nunca puede ser forzada ni puesta como condición en un proceso de sanación. Las víctimas de abuso sexual infantil tienen derecho a perdonar y a no perdonar y ambas pueden ser decisiones protectoras. Pero nunca deberán plantearse el perdón si no viven en una sociedad digna de confianza. Y, por el momento, solo estamos en el camino hacia serlo.

La consciencia nos lleva a saber mirar. Y ver duele. Pedir perdón es el primer paso para ser dignos de confianza.

Pepa Horno

“La mirada al espacio educativo: una propuesta de indicadores para evaluar las escuelas infantiles como entornos seguros y protectores”: artículo de Pepa Horno en la revista Aula de Infantil

El enfoque del trabajo de protección ha cambiado en los últimos años, pasando de entender la protección como la erradicación de cualquier forma de violencia contra los niños, niñas y adolescentes a un modelo integral que comprende la protección como la generación de un entorno seguro y protector que garantice el desarrollo pleno del niño o niña. Y el desarrollo pleno de un niño o niña va mucho más allá de su derecho a no sufrir ninguna forma de violencia.

Desde esta comprensión, la mirada al entorno cambia. El entorno pasa a ser un elemento constitutivo de la intervención que hacemos en cualquier ámbito. La intervención es una vivencia relacional que viene determinada también por el lugar donde tiene lugar. El lugar donde estamos otorga significado a la intervención. Y que dicho entorno sea seguro y protector pasa a ser la condición imprescindible para garantizar la protección de los niños, niñas y adolescentes.

Por ello, desde Espirales CI llevamos años ya impulsando un modelo de indicadores que sirvan para evaluar los entornos donde conviven niños, niñas y adolescentes para poder saber si son entornos seguros y protectores, así como para impulsar los cambios y mejoras necesarios para lograr que lo sean. Sus hogares, las escuelas, los espacios de ocio, los espacios del municipio, los espacios deportivos, los centros de salud y hospitales, los hogares de protección, los espacios de intervención social, las comisarías o los juzgados, entre otros muchos, son espacios que deben ser evaluados desde esta perspectiva.

Portada de la Revista Aula de Infantil, 111, septiembre 2021El artículo “La mirada al espacio educativo: una propuesta de indicadores para evaluar las escuelas infantiles como espacios seguros y protectores” que ha salido publicado en la Revista Aula de Infantil este mes de septiembre de 2021, desarrolla este sistema de indicadores enfocados a las escuelas infantiles. El objetivo es dotar a los responsables de la gestión y dirección de escuelas infantiles de un sistema de indicadores que les permitan evaluar las ya existentes e incorporarlos al diseño de las que se planifiquen en el futuro.

Este sistema de indicadores genera lo que para nosotros es más importante: una mirada consciente al espacio como parte de un proceso educativo inclusivo y protector. Espero que el artículo que hoy difundimos pueda ser una herramienta útil parar generar esa mirada.

Pepa Horno

Proyecto “Renovando desde dentro”

Portada del documento "Renovando desde dentro"A veces las vida trae regalos inesperados.

Al comienzo de la pandemia nos invitaron a participar en un grupo de personas que han sido motivo de esperanza en estos tiempos complicados. Alberto Rodríguez y Javier Múgica tomaron la iniciativa, y nos invitaron al resto: Antonio Ferrandis, Marta Llauradó, Javier Romeu Soriano y, desde Espirales CI, aunque a título personal, Pepa Horno y F. Javier Romeo Biedma. Es un grupo de personas implicadas con el bienestar de los niños, niñas y adolescentes que están en el sistema de protección en España. Lo que empezó como una serie de charlas online acabó evolucionando a un grupo de trabajo informal. Y un año después tenemos el honor de presentar los resultados en un documento que hemos escrito de manera colaborativa. Os presentamos Renovando desde dentro. Siete retos y propuestas de mejora del sistema de protección de la infancia en España.

Y os invitamos a que os descarguéis el documento, a que lo leáis y a que hagáis llegar comentarios, ideas y propuestas. Desde la página oficial de la iniciativa vamos a seguir ampliando cada una de las propuestas a lo largo de los próximos meses. Nos vemos en esa web.

Con esperanza y consciencia,

Pepa Horno y F. Javier Romeo

La aprobación de la LOPIVI: celebración y memoria

Portada de la página web del Congreso de los Diputados que recoge el Proyecto de LeyEsta semana ha sido un momento de celebración para todas las personas de bien, para quienes consideramos a los niños, niñas y adolescentes ciudadanos de pleno derecho y un poquito más si cabe para todas las personas que trabajamos, de un modo u otro, en el ámbito de protección: la aprobación del Proyecto de Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia (LOPIVI) por el Congreso de los Diputados en España. [Actualización: ya se ha publicado la Ley y entra en vigor en unos días, con el nombre final de Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia].

A lo largo de estos casi veinticinco años que llevo trabajando para la prevención y erradicación de la violencia contra los niños, niñas y adolescentes he vivido muchas cosas que, como he comentado en redes sociales, estos días se me agolpaban en el corazón. Y todas tenían que ver con el camino recorrido, con la cantidad de cosas que hoy damos por obvias, por lógicas, por sabidas y que, como en cualquier otro movimiento de cambio social, son, sin embargo, el resultado de un trabajo muy largo en el tiempo. Un trabajo que, cuando empezó, parecía simplemente como predicar en el desierto, una locura, un imposible.

Cuando yo empecé a trabajar en este tema, ya había gente luchando por visibilizar la violencia contra los niños, niñas y adolescentes. Ya existía un sistema de protección en España jurídicamente constituido que empezaba a evaluar su funcionamiento. La Plataforma de Organizaciones de Infancia ya estaba constituida. Ya existían organizaciones y entidades que llevaban mucho tiempo trabajando en este tema. Y, sobre todo, existían muchos profesionales atendiendo ya a los protagonistas últimos de esta ley: los niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia.

Pero todo lo que existía era percibido como personas, organizaciones y entidades que atendían a un colectivo vulnerable, escaso, desafortunado, víctima de algunas personas locas, enfermas, extrañas y, sobre todo, muy lejanas a la vida cotidiana de la gente. “Esto en mi casa no pasa, esto en mi barrio no ocurre, eso le pasa a los pobres, lo hacen personas locas o enfermas”. “Pobrecitos”, decían en el mejor de los casos. “Es imposible, os lo inventáis”, en el peor de los casos. Como ocurría con otras víctimas de violencia.

Quiero contar cuatro ejemplos que para mí explican muy bien de dónde venimos, y todo el trabajo que ha sido necesario hacer para lograr el cambio social que legitimara e hiciera posible este cambio legislativo. Porque es así, una ley nunca sale adelante si la sociedad no está preparada. Y si se fuerza, y se aprueba antes de ese cambio social, la norma legal es atacada y cuestionada hasta su derogación o ignorada y no implementada. Sobre todo en el caso de las leyes que abordan las relaciones humanas, no las administrativas ni las institucionales, sino las relaciones humanas en cualquiera de sus vertientes. Esas leyes han de ser incorporadas por la sociedad para ser implementadas. El mejor ejemplo que se me ocurre ahora mismo es la ley antitabaco, que requirió una inversión brutal en sensibilización social para lograr ser implementada. Cuando se aprobó fuimos muchas personas las que pensamos que sería imposible, y ahora volamos en un avión, vamos en el tren, nos sentamos a comer o vamos a bailar sin llenarnos de humo. Y nos parece lo normal. Nos parece obvio.

El primer ejemplo que me vino el jueves a la memoria fue el día que publicamos el primer informe que se sacaba en España sobre castigo físico a los niños y niñas en el hogar, el documento Amor, poder y violencia. Un análisis comparativo de los patrones de castigo físico y humillante. Año 2005. Ese día volvía a casa en el metro después de la rueda de prensa y de todas las entrevistas. Aquella fue la primera de todas las ruedas de prensa que habíamos convocado hasta entonces desde Save the Children por temas de violencia en las que la presencia de medios fue masiva. Hasta entonces venían dos o tres periodistas. El tema no era noticia.

Aquel día volvía en el metro a casa. Debían de ser las nueve de la noche y el tema ya había salido en el telediario de mediodía y de la noche. En el vagón donde viajaba se entabló una discusión muy fuerte entre un grupo grande de gente. Pero en realidad no fue una discusión. Todos estaban de acuerdo, y estaban de acuerdo en que estábamos locos quienes presentamos el estudio, en que, por supuesto, había que pegar a los niños y niñas cuando era necesario, que “Si no, no obedecían” y que había que “meterlos en vereda”. Que las ONG y los psicólogos pretendíamos decirles lo que tenían que hacer con sus hijos e hijas, que “eran suyos” y que además las cifras que dábamos, seguro que “nos las inventábamos”.

Portada del material de la campaña "Educa, no pegues"Hablo del año 2005 cuando ya llevábamos trabajando el tema desde la campaña “Educa, no pegues” a nivel estatal desde el año 1999. Fueron años de campaña, dando formaciones a familias y profesionales en pueblos pequeños y ciudades de todo el país, con un equipo de treinta personas trabajando directamente en el tema, y muchas otras instituciones y organizaciones apoyando el proceso y colaborando.

Formamos a miles de personas. Recuerdo que cuando preparaba a ese grupo de personas que iban a tener que dar los cursos, las conferencias, las entrevistas, siempre les decía: “Tened presente que solo con que sientan la necesidad de discutir lo que decís, de contraargumentaros, ya es suficiente, porque significará que habréis sembrado la duda sobre algo que está tan arraigado socialmente que la gente ni siquiera se plantea cuestionarse. Dan por hecho que tienen derecho a pegar a sus hijos para educarlos. Siempre se ha hecho así. Solo sembrar la duda es un avance”. Así ocurrió. Nos discutieron, incluso en algún caso nos insultaron, se rieron de muchos de nosotros, pero seguimos. Y la duda caló.

Folleto de la campaña "Corregir no es pegar"Hizo falta una segunda campaña de sensibilización contra el castigo físico a los niños y niñas en la familia: “Corregir no es pegar”. Y por cierto una de las medidas que se planteaba en aquella campaña, para mí no la más relevante pero sí necesaria, era la modificación de un artículo del Código Civil. No una ley. Un artículo. Costó ocho años de trabajo lograrla. Llegó en el 2007. Y aún hoy, hay gente que no duda de su derecho a pegar y gritar a sus hijos e hijas si lo considera necesario. Pero ya no es obvio, ya no es mayoritario, ya no parece tan claro. Estamos en el camino.

 

Segundo ejemplo, la elaboración del modelo de protocolo de actuación en los casos de maltrato infantil impulsado por el Observatorio de Infancia del Ministerio de Asuntos Sociales. Año 2008 (luego se publicaron sucesivas modificaciones y mejoras del mismo hasta el año 2014, que es la actual). Se elaboró en un grupo de trabajo que se reunió durante un año y en el que por primera vez representantes del ámbito judicial se sentaban a una mesa con el ámbito social, el ámbito educativo, el ámbito policial y el ámbito sanitario. Representantes de las Comunidades Autónomas y de todos los ámbitos que pretendíamos elaborar un modelo de protocolo que pudiera servir a las Comunidades Autónomas para impulsar sus propios protocolos en los diferentes territorios, como así ocurrió. Aquellas reuniones las he vivido de nuevo a nivel autonómico en varias comunidades autónomas. Pero recuerdo perfectamente la dificultad para ser aceptada como interlocutora válida sin ser profesional del ámbito jurídico. Y recuerdo, entre otras muchas cosas, la discusión para lograr que se incluyera la propuesta en el protocolo de que las indemnizaciones en las sentencias condenatorias por casos de maltrato infantil no se calcularan utilizando el baremos que se usaban hasta entonces, los de los  accidentes de coche, sino que pudieran cubrir el coste del tratamiento terapéutico que iba a necesitar (o que ya había necesitado en función de los años transcurridos antes de la sentencia definitiva) ese niño o niña para recuperarse del trauma que le habían infligido. Porque déjenme recordar que ni entonces ni ahora está garantizado el tratamiento público y gratuito a todos los niños y niñas víctimas de alguna forma de maltrato. En algunas comunidades autónomas sí, en otras solo a aquellos niños, niñas y adolescentes víctimas de maltrato en ámbito intrafamiliar que les lleva a una situación de desprotección, en otras ni eso. Recuerdo hacer sobre aquella mesa el cálculo genérico del número de sesiones mínimas multiplicado por el coste establecido oficialmente por los Colegios Oficiales de Psicólogos por sesión. Una cifra que era mucho mayor del baremo establecido. Y solo para pagar el tratamiento. La medida se incluyó, y muchos fiscales en sus propuestas y muchos jueces en sus sentencias la incorporaron. Otros muchos siguen usando el baremo de los accidentes de coche, porque es el que se ha usado siempre. Estamos en el camino.

Tercer ejemplo, cuando en el año 2006 publicamos desde Save the Children también la primera investigación que se realizó sobre Atención a niños y niñas víctimas de violencia de género. La primera. La primera vez que se les llamaba víctimas directas. No “testigos”, ni “víctimas secundarias”, sino víctimas directas. Una investigación que llevó dos años de trabajo por parte de un equipo de gente increíble que tuve el honor de coordinar. Una de esas investigaciones que marcó un antes y un después y una línea de trabajo que en la organización se ha seguido hasta lograr la modificación legislativa de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género en la que se reconoció a los niños, niñas y adolescentes hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género como víctimas de esa violencia igual que sus madres. Fue en el año 2015. Hicieron falta 9 años.

En aquella investigación surgieron temas muy graves, pero sobre todo, cuando se publicó, tuvimos que escuchar cosas como que los niños, niñas y adolescentes “Solo eran testigos”, que “A ellos no les daban las palizas”, que “Podían no enterarse” de lo que su padre o padrastro le hacía a su madre, o que si los reconocíamos como víctimas “Las mujeres perderían los recursos que tenían para atenderlas porque se los darían a los niños y niñas”. Recuerdo que una de las medidas que se solicitaba en aquella investigación era simplemente que se introdujera en los formularios de las órdenes de protección una casilla con el dato del número de hijos e hijas que tenían las mujeres. Se registraba su edad, su país de procedencia… muchos datos sobre las mujeres. Pero nada sobre sus hijos e hijas. Lo logramos. Con un matiz: que durante años, ese dato no se introdujo en las estadísticas que se publicaban sobre el tema. Aquella primera investigación fue el comienzo de un proceso muy duro para lograr algo que sigue siendo en muchos lugares una cuenta pendiente y es la necesidad de que las intervenciones en Igualdad y en Infancia trabajen de la mano. Estamos en el camino.

La realización de investigaciones, no solo desde la perspectiva académica sino desde la visión de los profesionales en terreno, ha sido una pieza clave de este proceso de visibilización de la violencia contra los niños, niñas y adolescentes y de las carencias que existen en el sistema a la hora de atender el dolor de las víctimas. Ha habido dos investigaciones posteriores que he tenido el privilegio de coordinar ya desde Espirales CI junto con F. Javier Romeo, sobre diversos aspectos del sistema de protección que han desempeñado un papel clave en la legitimidad del proceso de cambio legislativo. Por un lado, la realizada para UNICEF España sobre la atención a los niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial y familiar en España llamada Un lugar donde quedarse, en la que surgieron claramente varias de las problemáticas expuestas en la justificación del proyecto de ley.

Por otro, la realizada para Aldeas Infantiles SOS España con el título Llegar a tiempo. Niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo en España. Ambas investigaciones han sido otros pasos en este camino. El camino de dar visibilidad a las distintas problemáticas a las que la LOPIVI pretende dar respuesta desde el análisis de la práctica cotidiana desde un enfoque de derechos del niño.

 

Y un último ejemplo, para mí quizá el más doloroso. A lo largo de estos años España, como el resto de los países que lo han ratificado, está obligada a presentar un informe al Comité de Derechos del Niño sobre la implementación de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN). Como cada país, España presenta su informe a nivel gubernamental, y las ONG, asociaciones y entidades pueden presentar sus informes alternativos. En España lo realiza la Plataforma de Organizaciones de Infancia de forma conjunta. Un trabajo mucho más complicado de lo que la gente pueda imaginar, pero absolutamente imprescindible en el que pude participar en dos ocasiones. En esos informes que presenta el gobierno se recogen las estadísticas publicadas por el INE (Instituto Nacional de Estadística) sobre muertes en España, en este caso de niños, niñas y adolescentes en nuestro país. El problema es que los datos vienen recogidos por causas de muerte y, como tales, disgregados: hay que sumar varios apartados para saber cuántos niños, niñas y adolescentes han muerto por causas violentas en nuestro país. Pero no solo hay que sumar las casillas correspondientes a las muertes violentas. Porque entre sus causas están los asesinatos, homicidios de niños y niñas, los suicidios y una categoría que da mucho miedo que son las muertes por agresiones accidentales, que se categorizan así porque muchas veces no se sabe quién produjo esa agresión o si lo hizo intencionalmente (hablamos de muertes por quemaduras, apuñalamientos, disparos o envenenamientos). Cada año esa cifra me duele, así que en el año 2014 publiqué una entrada de blog que llamé “Contabilizar nuestros muertos, también cuando son niños y niñas”. Lo publiqué en el blog de mi querido Xosé Cuns “No me pidan calma”, recogiendo los datos del 2011 que figuraban en el último informe presentado por el gobierno al Comité. Pensé que ese artículo generaría polémica, pero no fue así. Y debería haberla generado. Porque las cifras dan miedo. El registro completo de muertes violentas de niños, niñas y adolescentes en nuestro país sigue siendo una cuenta pendiente a la que la LOPIVI pretende dar respuesta creando al fin ese registro. Estamos en el camino. Porque déjenme que recuerde algo que dije en ese artículo: difícilmente se pueden crear medidas eficaces y ajustadas si no conocemos la magnitud de la problemática.

Todo esto y mucho más forma parte de un proceso de cambio social que ha sucedido en nuestro país en los últimos veinte años. Ahora muchas cosas parecen obvias, como si hubieran existido siempre. Pero no es así. Cuando esta semana se hablaba de la aprobación de la LOPIVI había quienes sugerían llamarla “Ley Rhodes”, porque el papel de James Rhodes ha sido clave para acelerar un proceso que, aunque estaba pasando, sucedía a ritmo exasperantemente lento. Su libro Instrumental supuso algo difícil de expresar para mucha gente. Él prestó su nombre, pero sobre todo su dolor para dar voz a muchas víctimas. Nunca podré agradecérselo suficiente. Esta ley es también suya, aunque no solo suya. Tengamos presente que antes que él hubo muchas víctimas que pidieron hablar con el presidente del gobierno y nunca fueron atendidas. No un presidente del gobierno, varios, de varios partidos y signos políticos. ¿Por qué? Porque la sociedad española no estaba preparada y el coste político para cualquier político de cualquier signo político de posicionarse en este tema era demasiado alto. El gobierno actual ha tenido mucho valor al promover el proceso de aprobación de la LOPIVI y se ha logrado con alto consenso político, porque la sociedad no lo cuestionaba (salvo algunas medidas específicas en la ley que sí causaron debate), porque parece obvio, parece de justicia. Pero lo parece ahora.

El mismo proceso de formulación del proyecto de ley esconde detrás un proceso muy largo. Déjenme dar solo algunas fechas. Primera ponencia sobre violencia contra la infancia en el Congreso de los Diputados, año 2005. Creación de la subcomisión sobre violencia contra la infancia, año 2014. En esta entrada de blog escribimos sobre esa subcomisión. Presentación de firmas para la no prescripción de los delitos de abuso sexual infantil, mayo de 2016. Creación grupo de trabajo de organizaciones y entidades impulsado por Save the Children y la Cátedra Santander de la Universidad Pontificia de Comillas para elaborar un borrador conjunto de ley que pudiera ser llevado al Senado y Congreso, año 2018. Envío del borrador de proyecto de ley, diciembre 2020. Aprobación del Proyecto de Ley (a falta de su paso por el Senado y, si hay modificaciones relevantes, de nuevo por el Congreso), abril 2021.

Esta semana se hablaba también de procesos de tres años, de cinco años para algunas de las medidas que esta ley ha recogido y que supusieron un antes y un después en este proceso, porque son procesos impulsados por adultos que fueron víctimas de alguna forma de maltrato en su infancia. Personas adultas que dieron un paso adelante y pusieron rostro y voz al horror silenciado. Solo las personas adultas que fueron víctimas en la infancia y adolescencia podían hacer eso, porque las organizaciones de infancia, por mucho que trabajaran para visibilizar ese dolor no podían sacar a los niños, niñas y adolescentes a contar lo que les estaba pasando. Ellos no podían hablar solos, necesitaban a los adultos que ya podían hacerlo. Personas como Vicky Bernadet, como Miguel Hurtado, como Gloria Viseras, como Manuel Barbero. Ellos y ellas dieron nombre y apellidos. Pero antes estuvieron también las asociaciones de víctimas que llevaban años constituidas, como ACASI, la Asociación Garaitza, El Mundo de los ASI, la Fundación RANA y otras muchas demandando ser atendidas y realizando una labor de sensibilización social imprescindible. Su voz y su trabajo dio legitimidad a lo que organizaciones como Save the Children, la Fundación ANAR, UNICEF España, Aldeas Infantiles SOS España o Educo contaban en sus datos. Todos ellos hicieron que los datos tomaran vida y alma. Sin ellos, todos ellos, personas concretas, asociaciones de víctimas, esta ley nunca hubiera sido aprobada.

Se hablaba de entidades y organizaciones. Las he mencionado. Con el rol impagable de la Plataforma de Organizaciones de Infancia (POI) y de la Federación de Asociaciones de Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI).

Y se recordaba a juristas y académicos que apoyaron en su proceso a las organizaciones. Imposible no mencionar aquí a Clara Martínez o a Félix López, Jesús Palacios, Jorge Fernández del Valle, Enrique Echeburúa, María Ignacia Arruabarrena o Noemí Pereda. Profesionales que dieron legitimidad con sus investigaciones o con su conocimiento a procesos emprendidos por las entidades. Los profesionales del ámbito de infancia tenemos algo en común: somos perseverantes, por no decir directamente que somos cabezotas. Sin todas esas entidades y los profesionales que las apoyaron esta ley nunca hubiera sido aprobada.

Pero a mí me han faltado esta semana tres menciones con las que quiero acabar este artículo de celebración y agradecimiento.

La primera es al proceso internacional. Se hablaba de que España es pionera. Pero esta ley nunca se hubiera aprobado sin la realización del Informe Mundial sobre la violencia contra los niños y las niñas (conocido también con el nombre de “Informe Pinheiro” por haber sido Paulo Sérgio Pinheiro su coordinador). Fue el primer estudio que se hizo a nivel mundial sobre violencia contra la infancia, y obligó a Naciones Unidas a reconocer la dimensión brutal de esta problemática en todos los países y regiones del mundo. Volviendo a lo que comentaba al principio, yo he trabajado el tema del castigo físico a los niños y niñas en 32 países. En todos sin excepción me han dicho en los talleres que el castigo “era parte de su cultura”. Una de las cosas que ese informe dejó claro es que la violencia contra la infancia, aunque tenga algunas especificidades, no es algo cultural, ni propio de determinadas clases sociales o económicas. Es un problema universal, que tiene que ver con el abuso de poder en las relaciones interpersonales, con la necesidad de lograr un cambio en las relaciones entre las personas, y sobre todo entre los adultos y los niños, niñas y adolescentes. Un problema que tiene que ver con el reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes como ciudadanos de pleno derecho. Y en este proceso quiero mencionar a dos personas que jugaron un papel clave y de los que se ha hablado poco esta semana. Por una parte, Jorge Cardona, como representante español en el Comité de los Derechos del Niño, y por otra, Elda Moreno como responsable del Área de Derechos del Niño en el Consejo de Europa, que impulsó la campaña “Tus manos son para proteger” contra el castigo físico, la campaña “Uno de cada cinco” sobre el abuso sexual infantil que surgió tras la aprobación en 2007 del Convenio de Lanzarote (Convenio del Consejo de Europa para la protección de los niños contra la explotación y el abuso sexual), y la campaña actual “Start to Talk” (“Empieza a hablar”) contra el abuso sexual en el deporte. Sin esas tres campañas esta ley nunca hubiera sido aprobada.

La segunda es a las Defensorías de los derechos del niño, niña o adolescente. Desde el área de infancia del Defensor del Pueblo hasta las Defensorías existentes en diferentes Comunidades Autónomas. Quiero destacar el trabajo de la oficina del Ararteko, el Síndic de Greuges, la OBIA (Oficina Balear de Infancia y Adolescencia), el Defensor del Pueblo Andaluz y la Defensoría del Ciudadano del Ayuntamiento de Palma, que se han posicionado públicamente en la denuncia de diferentes formas de violencia que estaban sufriendo los niños, niñas y adolescentes en sus respectivos territorios. La legitimidad de sus denuncias como instituciones independientes ha dado sostén al trabajo de las organizaciones de infancia en este proceso.

Y la otra mención que me ha faltado es a todos los profesionales que trabajan a diario con los protagonistas últimos de esta ley: los niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia. Hablo de los profesionales del sistema de protección, que trabajan en recursos de acogimiento residencial o acogimiento familiar, en diferentes programas de intervención en riesgo, en los servicios sociales y como técnicos en los servicios de protección: educadores, psicólogos, trabajadores sociales…, todas esas personas que sostienen a diario el dolor de estos niños, niñas y adolescentes. Y especialmente quienes trabajan directamente en recursos de atención terapéutica especializada. Podría mencionar a muchísimos pero déjenme que mencione a las psicólogas de la UTASI con quienes hemos publicado el libro Poniendo alma al dolor, la Fundación Márgenes y Vínculos, ADIMA, la Fundación Xilema, la Fundación A La Par, Victoria Noguerol, María Pérez, José Luis Gonzalo, Javier Romeu Soriano, Begoña Aznarez y José Luis MarínJorge Barudy y Maryorie Dantagnan, Natalia Seijo, Cristina Cortés, Elena Borrajo, Loli Urízar Nieto, Ana Sieiro, Toni Echeverría, Josu Gago, Alberto Rodríguez, Javier Múgica… y podría seguir. He trabajado los últimos años con equipos profesionales de entidades que desde su trabajo en los recursos del sistema de protección llevan luz a la oscuridad de la que tratan de salir estos niños, niñas y adolescentes. Y lo logran cuando hacen bien su trabajo, les dan calidez y esperanza. Y una vez más esta semana han sido los grandes olvidados.

No solo han sido los políticos los que han hecho realidad esta ley, ni las caras visibles que hemos visto en los medios. Los que la hacen realidad y la harán a diario serán estos profesionales a los que tratamos de acompañar desde Espirales CI hace años. Pienso en los buenos docentes, los que miran las vidas de sus estudiantes más allá de las materias que imparten, ven el dolor que tienen delante y no lo ignoran. Pienso en los educadores y educadoras que trabajan a diario y sin descanso en los centros de protección, en los programas de intervención familiar en situaciones de riesgo, en los centros de servicios sociales municipales, en la calle, en las plazas, en los recursos de ocio y tiempo libre… Pienso en los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que resisten aunque “los otros”, como me dijo una vez un amigo, “siempre sean más y estén mejor dotados”. Pienso en los médicos, enfermeras y personal sanitario que miran a estos niños, niñas y adolescentes y ponen nombre al horror y lo firman en un informe del que tendrán que responder judicialmente, pero lo hacen porque saben que es parte de su trabajo. Pienso en los fiscales, jueces, equipos psicosociales, abogados, secretarios judiciales…, toda esa gente que trata de formarse y de mejorar un sistema que no está adecuado a proteger los derechos de los niños, niñas y adolescentes víctimas.

Porque la LOPIVI habla del horror del que es capaz el ser humano. Pero habla sobre todo de toda la red inmensa de gente increíble que yo he tenido el privilegio de conocer. Personas que se conmueven, se enfadan y se implican en la lucha contra ese horror. Este artículo pretende ser el pequeño homenaje mío en nombre del equipo de Espirales CI a todas ellas en un momento que merece celebración y memoria. Y, una vez acabado el artículo, toca seguir. Queda mucho, muchísimo por hacer. Y las sentencias de esta semana son prueba de ello. Pero cada vez somos más. Y así es mucho más fácil.

Gracias de corazón,

Pepa Horno (en nombre del equipo de Espirales CI)

“Más allá de la supervivencia. Cómo mejorar la intervención en Europa con niños y niñas migrantes no acompañados y separados que quedan fuera del sistema de protección”, por F. Javier Romeo y Pepa Horno para UNICEF

[Read the English version clicking here.]

Los niños y niñas migrantes no acompañados y separados se encuentran con múltiples dificultades. Como niños y niñas, no se les suele escuchar. Como inmigrantes, a menudo se considera que “tienen menos derechos. Como niños y niñas sin referentes afectivos, tienen que afrontar la desprotección por parte de las instituciones que deberían protegerles. Y como niños y niñas que quedan fuera del sistema de protección y que a veces pueden recurrir a cualquier modo de vida para sobrevivir, con frecuencia son objeto de discursos de odio y de narrativas que les deshumanizan. Sin embargo, es necesario que recordemos que son niños y niñas que han sufrido experiencias adversas y que merecen intervenciones seguras que garanticen sus derechos humanos.

Como contribución para que se consoliden intervenciones sólidas y narrativas respetuosas, tenemos el orgullo de presentar este documento que hemos elaborado desde Espirales Consultoría de Infancia:

Aunque nosotros dos, F. Javier Romeo y Pepa Horno somos sus autores, esta publicación intenta recoger todos los hallazgos del Taller Internacional que tuvo lugar en Madrid en diciembre de 2019, que Javier ayudó a facilitar. Tuvimos las aportaciones de especialistas de España, Francia, Bélgica, Dinamarca, Italia, Noruega, Países Bajos y Suecia en Europa y de Marruecos en África. También contamos con la coordinación de UNICEF España y UNICEF Francia, con el apoyo de la División PFP de UNICEF. Nuestro agradecimiento por todo lo que compartieron, por sus conocimientos y por su experiencia. Esperamos que el documento honrará su generosidad y su compromiso.

Hemos estructurado el texto con tres objetivos en mente, cada uno de los cuales se aborda en un capítulo:

  1. Tener claridad sobre los “Principios fundamentales y principales riesgos a los que se enfrentan los niños y niñas no acompañados y separados que viven en la calle”.
  2. Tener una perspectiva completa sobre un “Llamamiento a la acción: hacia un modelo integrativo de intervención para el cuidado y la protección de los niños y niñas no acompañados que viven en la calle”, que explora cuatro niveles de intervención (abordar los aspectos jurídicos y de documentación; promocionar y desarrollar entornos seguros y protectores; proporcionar referentes afectivos a los niños y niñas; y construir nuevas narrativas con y sobre los niños y niñas migrantes no acompañados que viven en la calle).
  3. Proporcionar inspiración a través de “Prácticas positivas seleccionadas”, una recopilación de intervenciones y programas específicos que han funcionado en cada uno de los niveles propuestos en el Capítulo 2.

Esperamos que este documento ayude a profesionales y activistas a desarrollar nuevas narrativas e intervenciones cada vez más integrales. De ese modo se podrá asegurar que estos niños y niñas tienen un acceso pleno a sus derechos, como dice el título, más allá de la supervivencia.

F. Javier Romeo y Pepa Horno

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