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Informe “Son niños y niñas, son víctimas” sobre trata infantil en España

El miércoles pasado tuve el honor de asistir a la presentación del informe Son niños y niñas, son víctimas. Situación de los menores de edad víctimas de trata en España, realizado por el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid (las autoras son María José Castaño Reyero y Ana Pérez Adroher) con la colaboración de UNICEF Comité Español.

Desde Espirales CI damos la bienvenida a este documento que combina tres elementos básicos.

Por un lado, es una llamada de atención a la sociedad a todo tipo de profesionales sobre esta temática tan invisible. Fue una satisfacción ver a profesionales con tanta implicación en este ámbito, y ver también cómo este problema ha aparecido en diversos medios de comunicación. Queda mucho trabajo por delante, pero nombrar las cosas es un primer paso.

Por otro lado, el documento ofrece una conceptualización muy completa de la casuística los niños, niñas y adolescentes víctimas de trata en España: mayoritariamente chicas adolescentes para la explotación sexual, pero también chicos, y niños y niñas de menor edad, y explotación laboral, mendicidad, y matrimonios forzosos. Y, muy interesante, los hijos e hijas de mujeres víctimas de trata, que a veces son rehenes de las organizaciones criminales, tanto aquí en España como en sus países de origen, y que sirven para ejercer el control sobre sus madres.

Por último, cinco conclusiones que son cinco pasos a dar a partir del informe:

  • Que los hijos e hijas de mujeres víctimas de trata sean considerados también víctimas de trata (con todos sus derechos de protección especial).
  • La necesidad de que los niños y niñas víctimas de trata sean identificados, prioritariamente, como niños y niñas, con todos los derechos que les están reconocido como tales.
  • La importancia de la creación de un registro de coordinación de todas las víctimas de trata a nivel estatal.
  • La urgencia de que existan recursos específicos para niños, niñas y adolescentes víctimas de trata, que no pueden ser de protección general, porque las redes de trata los localizan y los recuperan.
  • La formación de profesionales que tienen contacto con niños, niñas y adolescentes víctimas de trata (desde Espirales CI hemos impartido ya varias formaciones al respecto, y ofrecemos recursos en las entradas de blog sobre la temática de la trata).

También han creado un vídeo que resume algunas conclusiones principales de forma breve, para un difusión rápida.

Felicitamos pues a todas las entidades y personas que han hecho posible la aparición de este informe y recomendamos su lectura detallada.

F. Javier Romeo

Artículo de Pepa Horno: “La voz de las víctimas”

voz_victimas_pere_tarresEstas semanas he participado en el Máster de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés de la Universidad Ramon Llull y como parte de mi trabajo con ellos me pidieron una colaboración para el blog de profesores colaboradores en la universidad.

El artículo pretende incidir en una de las demandas de incidencia política en la que llevamos desde Espirales CI más años trabajando: la necesidad de construir un lobby social y político en torno al maltrato y abuso sexual infantil constituido por las asociaciones de adultos que fueron víctimas en su infancia. Son ellas y ellos, los que ahora que tienen autonomía suficiente y que han podido recuperar su “voz” al elaborar su historia y su dolor, los que pueden demandar con legitimidad y contundencia a la sociedad y a las instituciones una intervención eficaz en la prevención y erradicación de estas problemáticas.

El artículo está disponible aquí.

Espero que este artículo contribuya humildemente a impulsar ese proceso.

Pepa Horno

Una mirada política a la violencia contra la infancia en España

El pasado 26 de junio de 2014 el Congreso aprobó por fin la creación de una subcomisión para estudiar la violencia contra la infancia en España. Ese mismo día publiqué varios tweets seguidos en mi cuenta personal @pepahorno, que voy a utilizar para encabezar el contenido de este post. Los transcribo literalmente permitiéndome aquí, que no tengo el espacio limitado por el número de caracteres como en los tweets, añadir los artículos y no utilizar abreviaturas.

Decía así:

(1) Crean subcomisión en el Congreso para el estudio de violencia contra la infancia en España. Aún recuerdo la primera ponencia sobre el tema en el Congreso, era el año 2006…

(2) Bienvenida sea, pero en los temas de infancia los tiempos son siempre demasiado largos. ¿Por qué será…?

(3) ¿Acaso la protección a la infancia es una cuestión de rédito político? Es una obligación legal, además de una de las medidas del valor de una sociedad.

(4) Ya en aquel momento los diputados dijeron que las cifras que dábamos eran demasiado duras, que había que hacer algo, que iban a crear una comisión…

(5) Así que en días como hoy me sale hacer memoria y reafirmar que hay luchas que merecen la pena.

En lo que dije me equivoqué en un dato. No era el año 2006, era el 24 de junio del 2005. Unicef organizó unas jornadas con motivo del Estudio de Naciones Unidas sobre Violencia contra la Infancia en el Congreso, a las que fui invitada como ponente, representando el trabajo que por entonces hacía en Save the Children. Mi cometido era dar una panorámica a las y los diputados de las formas de violencia más graves y más comunes contra los niños, niñas y adolescentes que se daban en España. Estábamos muchos de los que entonces ya llevábamos años trabajando para prevenir y erradicar esta problemática (muchos de nosotros seguimos en el empeño y a nuestro trabajo se ha unido el de otros muchos) y diputados de casi todos los grupos políticos presentes en el Congreso entonces.

Han pasado nueve años. Y tal y como expuse en mi último tweet hay luchas que merecen la pena. La sensibilidad social hacia el sufrimiento de los niños y niñas en nuestro país es hoy incomparablemente mayor que entonces, el reconocimiento institucional de la gravedad del problema significativamente más evidente y algunas de las problemáticas que mencioné entonces en mi exposición como fenómenos ausentes siquiera del debate público y político son hoy parte de él, como por ejemplo los niños y niñas víctimas de trata en España, cuya existencia muchas instituciones negaban en aquel entonces, o los niños y niñas víctimas de la violencia de género que no eran siquiera reconocidos institucional, social, política y legalmente como tales en ese momento.

Pero, aun reconociendo los avances innegables logrados en estos años: avances legislativos, institucionales y sociales, es evidente que la violencia contra la infancia sigue sin ser priorizada políticamente con la urgencia que debiera un problema de semejante magnitud. Tanto más si resulta que el Estado es el garante último de la protección de esos niños, niñas y adolescentes. De aquellos que no pueden defenderse por sí mismos, y dependen de la coherencia y valentía de quienes están en posición de poder tomar las decisiones pertinentes para protegerles.

Así que si va a haber una comisión, si por fin es cierto que las y los diputados del Congreso van a realizar un estudio en condiciones sobre la dimensión del dolor que viven miles de niños y niñas en nuestro país, entonces quiero exponer algunos de los aspectos que me parecen más graves y urgentes para abordar. Lo hago por coherencia personal y por lo que pueda aportar al debate y al trabajo de esa subcomisión y a las decisiones políticas que de ella se puedan derivar. Porque de eso se trata: de lograr una mirada política sobre esta problemática. Una mirada política que conlleve consciencia y compromiso e impida seguir mirando para otro lado cuando se trata del sufrimiento de los que no siempre pueden hablar y desde luego no pueden votar.

Tal y como dije en el 2005 a los diputados, las problemáticas que elegí para exponer no eran las únicas, tampoco son estos los únicos datos sobre la violencia contra la infancia en España que se pueden dar, pero sí creo que son los datos que no podemos obviar.

1. La mayoría de la violencia que sufren niños, niñas y adolescentes en nuestro país la viven en el entorno familiar. En los últimos años se ha estudiado mucho fenómenos como el bullying o la explotación sexual infantil, pero las estadísticas y la investigación es persistente: la violencia que se ejerce contra la infancia en España la ejercen mayoritariamente personas que los niños y niñas conocen y quieren, de su familia o de un entorno muy cercano o íntimo. No son en su mayoría desconocidos ni redes de delincuencia.

2. La violencia contra los niños, niñas y adolescentes en nuestro país no es un problema de inmigración. Existe la creencia de que la mayoría de los agresores y agresoras son adultos de nacionalidad extranjera, pero no es así. Son ciudadanos y ciudadanas españoles.

3. Es necesario visibilizar a los niños varones víctimas de violencia. Existe una creencia muy arraigada en la sociedad, pero también entre los profesionales, de que la mayoría de las víctimas de violencia son niñas. Sin embargo, salvo en el caso de abuso sexual infantil (e incluso en ese habría mucho que hablar sobre el tema) esta creencia no es exacta. Es necesario visibilizar la violencia que están sufriendo los niños varones y desarrollar estrategias específicas para abordarla.

4. En nuestro país están siendo “matados” más niños y niñas de los que queremos imaginar. No es que mueran, es que mueren de forma violenta a manos de otra persona. Sin embargo, no existen datos sistematizados sobre la dimensión de esta problemática, no ya de la violencia en general, sino de los niños y niñas que han fallecido por causas violentas en nuestro país. Sencillamente nadie los ha contabilizado. Y tampoco hay forma de saber quién los ha matado. Si quieren saber más de este tema, lean aquí.

5. Las formas de violencia contra la infancia más frecuentes en España son el maltrato psicológico y la negligencia. No estamos hablando, por tanto, sólo de violencia física, sino de niños y niñas que crecen pensando que son inútiles, indignos de que nadie los quiera, solos y asustados, que dejan de hablar, de comer o de dormir de puro miedo aunque nunca les pongan la mano encima. O niños y niñas que aprenden a ser adultos y cuidar de quien debió cuidar de ellos, que se interponen para defender a otros de una agresión demasiado habitual, que saltan aterrorizados al sonar la llave en la puerta de casa. La violencia, sea cual sea la víctima, empieza mucho antes de ponerle la mano encima a una persona. Y en eso la violencia contra la infancia no es una excepción.

6. Los datos referentes a violencia cometida por menores a otros menores o adultos han adquirido mucha más visibilidad en los últimos años, pero no representan la mayoría de los casos de violencia. Quienes ejercen mayoritariamente la violencia en España son los adultos, hombres y mujeres, y los niños y niñas son las víctimas. Visibilizar la violencia cometida por los niños, niñas y adolescentes es necesario, no sólo por las víctimas de esa violencia, sean niños o adultos, sino porque un niño, niña o adolescente que ejerce violencia necesita atención terapéutica también. Pero no puede ser la excusa para invisibilizar la mayoría de los casos, que son aquellos en los que la violencia la ejercen los adultos.

Y si después de asumir estos datos, de dejar de negar la evidencia y el sufrimiento que esconden tras ellos, se preguntan qué se puede hacer, tengan presente que hace tiempo que sabemos cómo disminuir ese dolor. Hay experiencias evaluadas, sostenibles y eficaces en la erradicación de la violencia contra la infancia. Lo que aún no hemos logrado es la voluntad institucional para desarrollarlas e implementarlas en la medida que nos haría falta en España.

¿Cuáles son las claves?

1. Coordinación institucional. Coordinación entre las diferentes Comunidades Autónomas para unificar unos estándares de calidad en la atención a los niños y niñas víctimas de violencia. Coordinación entre los servicios de protección a la mujer y los servicios de protección al menor para que puedan trabajar de la mano y no a la defensiva. Coordinación entre el ámbito educativo, sanitario, social, policial y judicial bajo el paraguas de protocolos de actuación comunes que vayan más allá del papel.

2.La especialización adecuada y suficiente de los profesionales que atienden a los niños y niñas víctimas de violencia, incluida la creación (o sostenimiento en el caso de que los que ya existen) de los servicios de evaluación y tratamiento especializados en cada Comunidad Autónoma que atiendan a los niños y niñas víctimas de violencia, estén o no en situación de desprotección, tanto en el ámbito administrativo, como en el policial, el sanitario y el judicial. Todo niño o niña víctima de violencia, haya sido ejercida esta por quien haya sido, se encuentra en una situación de riesgo. Y como tal debe garantizársele una atención adecuada que no dependa de los ingresos de sus familias.

3. Un procedimiento judicial que realmente anteponga el interés superior del niño a cualquier otro criterio jurídico. Este es un aspecto que implica una gran variedad de procedimientos judiciales y administrativos, por ello no me voy a extender. Si quieren saber más sobre este tema, lean aquí.

4. Contabilizar todos los datos referentes a violencia en sus diferentes dimensiones de forma unificada e incluyendo los datos de las víctimas, no sólo de los autores de los delitos. Esto incluye un registro de casos de maltrato que sea una realidad obligada para las Comunidades Autónomas, no voluntaria. Que los registros del ámbito policial y judicial sistematicen los datos referentes a las víctimas y no sólo a los autores de los delitos, para que podamos saber cuántos delitos violentos se comenten contra niños, niñas y adolescentes en nuestro país.

5. Incluir programas de educación afectivo-sexual en las escuelas y programas de apoyo psicosocial a las familias en los primeros años de vida del niño que vayan, poco a poco, transformando las creencias que existen en nuestra sociedad, que son las que posibilitan, promueven y legitiman la violencia contra niños, niñas y adolescentes. El trabajo de sensibilización y cambio de actitudes es lento pero imperativo.

Soy consciente de que cada uno de los puntos mencionados daría para hablar horas. Pero para mí, y para todo el equipo de Espirales CI, es importante el trabajo de incidencia política que ha habido estos nueve años (y mucho antes de eso) y el que seguiremos haciendo. Para honrar el dolor de los niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia y sus familias. Pero también el dolor de los hombres y las mujeres adultos que guardan dentro el sufrimiento que sufrieron cuando eran niños o niñas y nadie vio. El de los niños y niñas que sufrían en el 2005 y ya se han hecho adultos, en unos casos acompañados y sostenidos, en muchos otros solos. Y el dolor de los y las profesionales que trabajan a diario para aliviar su sufrimiento sin contar para ello con los recursos institucionales, humanos y económicos necesarios. Y por qué no, para que los miembros de esa subcomisión, pertenezcan al partido que pertenezcan, nunca puedan decir que no lo sabían.

Pepa

“Contabilizar nuestros muertos” en el blog “No me pidan calma”

Hay temas que te persiguen durante mucho tiempo. A veces es un rostro en un taller, una historia o una llamada llena de dolor. A veces es una cifra.

La que dio origen a este post me llegó en el año 2008 cuando leí el “III y IV Informe de Aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño en España” presentado por el Estado español al Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, órgano encargado del seguimiento a los Estados en la aplicación de la Convención.

Al leer aquel informe me alegré de encontrar datos centrados en infancia, y en concreto aquellos datos que daban visibilidad a los niños, niñas y adolescentes víctimas de delitos. Y busqué una cifra que había preguntado varias veces y nadie entonces parecía saber decirme: el número de niños, niñas y adolescentes muertos de forma violenta en España. Para lograrla, tuve que sumar las cifras de varios apartados: los niños, niñas y adolescentes asesinados o víctimas de homicidios en España, los niños, niñas y adolescentes que se habían suicidado o los que habían muerto como resultado de accidentes producidos por negligencias graves de sus tutores.

El resultado de aquella suma me ha perseguido personalmente hasta hoy. Cualquier número hubiera sido grande, pero aquél fue excesivo para mí. Sentí rabia. Rabia al comparar esa cifra con otras muchas o los recursos que se adjudican institucional y socialmente a reducir esa cifra con los que se adjudican a otras. Me dolió lo que aquella cifra y sobre todo su invisibilidad decía de nuestra sociedad.

Han pasado casi seis años. He difundido este tema en las charlas, conferencias, y sobre todo mesas de trabajo y otros foros donde cabía realizar incidencia política al respecto. Pero cuando Xose Cuns me pidió hace tiempo que escribiera algo en su blog “No me pidan calma” supe que esa cifra iba a ser mi aportación. Porque su blog se ha convertido en referente de claridad y defensa legítima de los más débiles para quienes trabajamos en los temas sociales. Y porque Xose forma parte de una red de hombres galegos fabulosos con los que tengo el privilegio de compartir ideales, reír y cambiar el mundo en una cena en el terruño de vez en cuando y sobre todo, llamar amigos.

Así que no quiero contaros más. Sólo dejaros el enlace a la entrada que he escrito en “No me pidan calma”, se llama “Contabilizar nuestros muertos. También cuando son niños y niñas” porque Xose ha enriquecido mi texto con su introducción, vídeos, enlaces, y porque me gustaría que leyerais y participarais en los comentarios que suscite.

Y desde Espirales CI, para este post en concreto algo más si cabe que con otros, pediros que nos ayudéis a su difusión.

Porque me temo que cuando acabéis la lectura del post no seré yo la única a la que esa cifra le duela.

Pepa

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